Vivir en la monotonía es como estar un poquito muerto.
Vivir en la monotonía es como estar un poquito muerto.
Monotonía: lo más profundo de la inercia. ¿Podrá haber algo más aburrido que vivir tu vida haciendo siempre lo mismo? Y algunos días llega. Cae esa sombra oscura encima, se acomoda, se sienta al lado tuyo y te agarra del brazo y del cuello, como queriendo hacerte una llave. Intentas zafarte, pero no, sigue ahí, con ganas y sin pena.
Sonó el despertador
“No puede ser, otra vez”
Levántate, tú puedes
“Espérate, 5 minutos más”
Suena el despertador otra vez
“Ahhhh”, el bostezo. “Un día más…”
Levantarte a la misma hora de siempre, dejar a los niños en el colegio, ir al trabajo, el mismo café de la mañana de todos los días. El almuerzo no tiene gracia, la lucha contra el tiempo en la agenda del día, el cafecito de la tarde para seguir con energía. Llegó la noche. ¿Hiciste ejercicio? No, que cansancio.
“A dormir mejor”.
“Mañana será otro día”…
Y así se nos va la vida. Repitiendo, repitiendo y ¡Cuidado! todos los caminos llevan a… la rutina.
Una noche de copas y las palabras de un desconocido
Estaba yendo a una reunión, era el cumpleaños de un amigo. Cumplía sus 40. Todos llevábamos algo de picar, así que llegué con una receta que había preparado mi amiga, una riquísima copa mexicana, riquísima de verdad, porque mi amiga cocina realmente rico. Al entrar por esa puerta parece que todos los olfatos se agudizaron y una buena parte de los invitados quisieron venir a atacar el plato.
El abogado activo
Uno de esos olfatos el de un abogado, que estaba con su novia. Ambos muy simpáticos, entre bocado y bocado, se pusieron a conversar conmigo. Cruzamos montones de temas, sobre todo la chica, muy elocuente, como buena abogada, me contaba varias historias. Entre esas, me dijo que la vida de pareja de ellos era muy entretenida. Llevan 5 años juntos y dicen que se divierten mucho, que siempre buscan algo nuevo qué hacer.
Me quedé callada y le dije. “Pero trabajan todo el día, ¿con qué energía salen a hacer más cosas?
Entonces él me respondió algo que voy a poner entre comillas, simulando sus palabras exactas, pero eran algo así como:
“Desde hace algún tiempo decidí que mis días nunca fueran iguales. Decidí que iba a hacer una cosa distinta todos los días. Cuando salgo del trabajo, mientras voy en el carro, a mi casa, me pregunto ¿Qué cosa hice hoy diferente a lo que hice ayer? ¿Qué hace mi día distinto hoy?”
Tengo que reconocer que me quedé callada, esperando a que me explicara más.
Me contó que todos los días, después del trabajo, pasa buscando a Laura, su novia, para que hagan algo. Ir a cine, salir a tomarse un café, comer algo o buscan algo en el teatro. Me dijo que no le gusta que lo único que pase en su día es haber trabajado.
Siguió diciéndome más cosas, pero yo me quedé con esa idea, que se repetía en mi cabeza. Este caballero se levanta todos los días a las 5:45am para ir al gimnasio, se va al trabajo, ¿pero se asegura de que su día tenga algo distinto siempre? Me pareció sabiduría práctica pura.
Mi momento de la verdad
Y entonces me quedó la pregunta: ¿Y si hiciéramos todos ese mismo ejercicio?
Porque es que vivir en la monotonía es como vivir un poco inertes, es como andar con los ojos vendados, esperando a que la vida pase, sin pintarle algo nuevo. Vivir en monotonía es no cambiar la hora del despertador, no cambiar el lugar de trabajo al menos por un día, no salir a ver el sol al medio día, no cambiarse de zapatos porque no combinan, pedir el mismo plato de siempre en tu restaurante favorito, salir con las mismas personas, no lanzarse a conocer gente nueva, irte a dormir sin antes sonreír por haberte arriesgado a cambiar tu día.
Así que cambia la hora del despertador, haz algo inesperado, rompe tu rutina, háblale a alguien a quien nunca le has hablado, conversa de temas distintos… asegúrate que al dormir no solamente digas “mañana será otro día”, porque cada día es un nuevo día.
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