La tradicional procesión del baño de la cruz en la parroquia Ballenita, del cantón Santa Elena, se enmarca dentro de los ritos de la semana santa.
La tradicional procesión del baño de la cruz en la parroquia Ballenita, del cantón Santa Elena, se enmarca dentro de los ritos de la semana santa.
Se dice que esta costumbre comenzó entre los pescadores de la península como una forma de agradecer a Dios por el trabajo del último año y para pedir perdón por los pecados cometidos.
Pero, hoy a la procesión del baño de la cruz llegan cientos de personas de todas partes del país. Familias enteras, desde los abuelos hasta los nietos más pequeños, hicieron el recorrido de cuatro kilómetros que hay entre la iglesia de Santa Elena y el malecón de la parroquia Ballenita.
Era un momento para rezar y para meditar. La cruz avanzaba en hombros de los pescadores, que llegaron caminando hasta la arena, al pie del mar.
En ese momento no importa mojarse o ensuciarse; el crucifijo gigante tiene que entrar al agua. Luego, la elevan varias veces. Todos intentan acercarse y mojarla, porque lavarla simboliza también lavar sus errores.
Después de eso, todos se retiran. Les queda toda la semana santa para reflexionar y hacer propósitos. Ya saben que exactamente un año después volverán para revisar cómo les fue.
En la sección multimedia de esta nota se encuentra un reportaje preparado por Rafael Hernández, quien nos explica cómo se realiza esta procesión.
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