21 ene 2025 , 20:35

Durante debate presidencial hubo propuestas sin sustento de algunos candidatos

No fueron pocos quienes plantearon acciones sin reparar en las consecuencias que estas tendrían, evidenciando una mirada plana de la administración del Estado.

   

Podría considerarse normal que distintos candidatos contemplen caminos diferentes para sacar adelante al país, el problema es que buena parte de las propuestas no tienen base en la realidad, en la realidad conocida.

Son iniciativas demagógicas, sin un sustento en los hechos ni en los procesos, parecería que los candidatos intentan venderle al electorado que la economía es un asunto de entusiasmos y también de magia.

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El debate del domingo fue el espacio para la difusión de cifras alegres. Por ejemplo, se dijo que había USD 40 mil millones en petróleo y gas en el subsuelo y que con ese dinero se arreglaría la patria.

Pero, ¿dónde están los estudios que sustenten ese valor? ¿Cuánto tiempo tomaría hacer los estudios de sísmica, determinar quién lo explotaría, iniciar los trabajos de exploración y luego los de explotación? nada se explicó.

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Cuando los candidatos creen tomar la iniciativa dicen que obtendrán recursos cobrando los miles de millones de evasión tributaria que existe en el país, pero nadie explica que cobrar deudas requiere de procesos judiciales, procesos judiciales que no son cortos, que muchas de esas empresas ya no tienen activos que se puedan embargar.

Pero esa no es la única idea que se les ocurre. Quienes propugnan cobrar a los morosos son los mismos que proponen que el país se convierta en uno y deje de pagar sus obligaciones.

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Hablan de renegociar la deuda pero no dicen qué tramo, no dicen cuánto, no hay certeza en los montos que una operación de ese tipo podría generar. También esquivan la explicación de cómo le harán frente al cierre del financiamiento internacional que sería consecuencia del no pago de la deuda.

Son los mismos que dicen que van a poner énfasis en atraer inversión extranjera, con una varita mágica ha de ser porque solo con magia lograrían que un inversionista mire con seriedad a un país que incumple sus obligaciones. Y en este punto ya no se sabe si no entienden cómo funciona la economía del mundo, como operan los mercados de capitales, las seguridad que exigen los inversionistas antes de colocar su dinero.

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Escuchando a los candidatos cualquiera supondría que aquí sobra la plata, porque dicen que invertirán más en educación y en salud, que pagarán los atrasos a los proveedores, a los municipios y prefecturas, a la seguridad social, que harán carreteras, que entregarán más subsidios. Y para eso, contra toda lógica, dicen que no necesitan más sino menos dinero.

Por ello, prometen que reducirán los impuestos, que bajarán el IVA al 12 % o al 10 %, alineándose en el discurso de disminución de tributos que abanderaron los últimos gobiernos en sus tiempos de campaña. Ya en el poder, lo primero que dispusieron fue una reforma tributaria para hacerle frente a las obligaciones del Estado.

Y sin embargo, no han dejado de ser las campañas el espacio de las promesas vacías, la cancha donde se juega al populismo primario, donde se reduce la política y la gestión pública a un acto de fe, del que luego hasta sus profetas reniegan.

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