12 jun 2014 , 09:56

De monarquía y abdicaciones

   

El rey Juan Carlos I abdicó a la corona española hace pocos días.

Opinión

 

 

Por: Alfonso Espinosa de los Monteros

 

 

 

En Latinoamérica nos sentimos tan lejanos de las monarquías, que nos cuesta entender la importancia o significación que esto puede tener para los europeos. Por eso, muchos se han sumado al pedido de los “indignados” españoles de que se convoque a un plebiscito para decidir si siguen en “monarquía” o van a la “república”.

 

 

Para nosotros sería muy fácil escoger. Hemos vivido en un estado republicano y nos interesa seguir así.

En Europa –sobre todo en algunos países como España, Inglaterra, Suecia—esto puede ser motivo de gran polémica.

Los reyes ya no tienen tareas gubernamentales y su poder de decisión está bastante restringido. Sin embargo, en circunstancias de gran importancia para el país, tienen espacio para intervenir. Por ejemplo, la guerra por las islas Malvinas, contra Argentina, fue aprobada por la Reina Isabel II de Inglaterra. Sin esa aprobación ni el gobierno de Margaret Tatcher,  ni los militares hubieran podido emprenderla.

 


 

Un rey puede intervenir en decisiones trascendentes de valor histórico. En el caso de Juan Carlos I, de España, a él le tocó conducir el proceso de democratización del país después de la dictadura franquista. El fue quien escogió a un hombre de gran talento y patriotismo, como Adolfo Suárez, para organizar un país que había estado sometido por cuatro décadas y que había pasado una sangrienta guerra civil, y trabajó con él, hasta en los pormenores. Ello implicó forjar un gran acuerdo entre las fuerzas políticas, elaborar una Constitución y dividir el poder del Estado. En los años setenta, cuando se intentó un golpe de Estado, por parte de un líder militar, fue Juan Carlos quien puso las cosas en orden y no trató de aprovecharse de la situación. 

 

 

¿Puede haber un rey más demócrata…?

 

 


El régimen de monarquía democrática ha funcionado con éxito en España, en mucho gracias al rey. Que, ahora, tengan problemas –sobre todo económicos—es problema de los políticos y, aunque parezca paradójico, fue un gobierno socialista –el de Rodríguez Zapatero—el que los llevó a la crisis. Los anteriores –desde Suarez hasta José Aznar, pasando por Felipe González—tuvieron su visión puesta en España, lograron lo que se llamaba “incluir a España en Europa”—es decir ponerla a la altura de los países de la Unión.

 

 

A veces, cuando las pugnas ideológicas se ponen al rojo vivo y hace falta la reflexión, un status más elevado puede ayudar a resolver con criterio más sereno y sabio. Tómese en cuenta que, aunque no tengan facultades, los reyes pueden hacer sugerencias o exhortaciones que pueden darse en privado, para no entorpecer el proceso político.

 



También parece existir un factor psicológico. Los pueblos que han tenido rey sienten más seguridad y confianza. Lo pude comprobar en Inglaterra. En el día dedicado a la reina, el pueblo sale a las calles de Londres a presenciar un desfile y a aplaudirla, con una reverencia que recuerda a tiempos medioevales.

 

 


Cuando pedí explicaciones, un ciudadano que junto a sus pequeños hijos, esperaba el paso de la reina, me dijo:

“La reina tiene muchos años actuando frente al pueblo, ha estado en la paz y en la guerra, en la crisis y en la bonanza y esa continuidad le da una sabiduría que los políticos respetan, no importa su línea

“Pero, ella no decide nada…”, pregunté.

 



“No importa, su presencia basta…. La necesitamos…”, me dijo muy seguro, el flemático inglés.

 


 

A ver, que piensan Ustedes...


 

* Las ideas expuestas en esta publicación son de responsabilidad del autor. 

 

Este texto está clasificado como un ESPACIO de OPINIÓN. 

 

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