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El Corpus Christi se vive en Cuenca con color, dulces y devoción
Esta fiesta de la Iglesia católica ya se vive en viaras ciudades del país, principalmente en Cuenca.
Como todos los años, la ciudad de Cuenca celebra el tradicional Corpus Christi, una fiesta de la Iglesia católica destinada a conmemorar la Eucaristía. Este evento dura siete días y se espera la llegada de miles de turistas a la capital azuaya.
Un pregón organizado por la Universidad Católica dio inicio a esta fiesta de espiritualidad, tradición y cultura popular. Partió con la hora santa en la Iglesia Corazón de Jesús, acompañado de la banda de los militares y la corte de honor del colegio Benigno Malo.
La procesión llegó a la Catedral La Inmaculada, donde el monseñor Luis Gerardo Cabrera, arzobispo de Cuenca, celebró la Eucaristía. Después de la misa se realizó el culto popular, en el que quemaron los castillos como parte de la liturgia efectuada hace más de 400 años de tradición.
El Corpus Christi (Cuerpo de Cristo) es una invitación a la cena del Señor, con la hostia que es símbolo del cuerpo de Cristo y es entregada a los creyentes durante las eucaristía. Es así como los cientos de fieles rinden culto al santísimo sacramento.
Esta fiesta religiosa se complementa con los tradicionales dulces que le dan un toque especial. Cerca del parque Abdón Calderón se instalan noventa puestos de dulces de todos los colores y sabores, entre los que destacan deliciosas arepas, los suspiros y los higos. Los lugares de venta se ubican en las calles Mariscal Sucre, Benigno Malo y Luis Cordero y atenderán desde las 08:30 hasta las 24:00.
Otro elemento propio del Corpus Christi son los juegos pirotécnicos. Los tradicionales castillos que iluminan las noches con luces de colores ante la admiración de propios y extraños. Sin embargo, este año la pirotecnia está limitada para evitar accidentes, por ejemplo, desde ayer se eliminaron los cohetes, camaretas, ratones,silbadores y globos de papel.
La veneración al Santísimo Sacramento
La celebración del Corpus Christi tiene su origen en un hecho milagroso atribuido a la santa Juliana De Mont, quien habría tenido en el año 1208, una visión de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. En Cuenca, esta fiesta se instauró desde el primer año de fundación de la ciudad, en 1557, y por eso se la conoce también como Fiesta de la Ciudad.
Durante una semana los turistas locales y extranjeros pueden disfrutar de dulces típicos de la gastronomía cuencana. Son más de 20 tipos de manjares que se preparan, comenta María Luisa Jiménez, quien desde hace más de 50 años se dedica a esta labor.
Para los siete días que dura este culto religioso se preparan entre 9.000 y 10 mil dulces que se comercializan desde ¢10 hasta $1.
Más allá de la gastronomía, la Iglesia pide que se recuerde el lado religioso, que es la base de esta fiesta. El culto al Santísimo se da a través de su exhibición en la catedral La Inmaculada y de una procesión en la que se lo traslada a las demás iglesias para la adoración de los fieles.
En Cuenca, la tradición popular es festejar por siete noches, los siete amaneceres en los que permanece la Sagrada Hostia en exhibición (de ahí el nombre Septenario).
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