La fuerza pública tarda más en abrir las vías en Imbabura que los manifestantes en volver a cerrarlas

Aunque militares y policías despejaron la madrugada de este martes 14 de octubre el tramo de la Panamericana entre Chaltura, en Antonio Ante, y Otavalo, la vía permaneció habilitada solo por poco tiempo. La fuerza pública tardó más en abrirla que los manifestantes en volver a cerrarla.

Cada tramo despejado les toma al menos 90 minutos. Pero en menos de una hora, comuneros de Chaltura bloquearon nuevamente los seis carriles con troncos, piedras y chatarra. No son más de veinte personas, pero bastan para impedir la movilidad de cerca de 50 000 vehículos que circulaban a diario entre Ibarra y Antonio Ante.

Con los rostros cubiertos, vigilan de manera constante y activan alertas barriales para convocar refuerzos cada vez que los uniformados se retiran.

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Dos kilómetros al sur, en Natabuela, ocurrió lo mismo: un pequeño grupo volvió a cerrar la vía poco después del paso del convoy del Gobierno. En San Roque, Ilumán y Peguche, el escenario se repite: la carretera está bloqueada una vez más.

Los pobladores que viven frente a la Panamericana dicen sentirse secuestrados. Temen hablar ante las cámaras, pero aseguran que mientras no se mantenga un punto de vigilancia permanente en los sectores más conflictivos, los cierres se repetirán una y otra vez, sin importar cuántos operativos de limpieza se realicen.

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Pasadas las 10:30, otro contingente de policías y militares llegó a Chaltura para reabrir el paso. Entre insultos y amenazas, los manifestantes observaban desde las aceras. Con motosierras, los agentes cortaron los troncos para evitar que vuelvan a ser usados como barricadas.

Al mediodía, el tránsito volvió a fluir en esta zona y los uniformados se retiraron. Pero sin resguardo constante, el tiempo que permanezca abierto vuelve a ser incierto.

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