08 abr 2022 , 21:03

Isis Subía: 'Por el aluvión perdí la esperanza de hallar las osamentas de mi hermana'

Unos huesos fueron hallados en la quebrada Armero, pero no hay pistas del resto del cadáver

La maestra parvularia Natalia Subía desapareció la mañana del 15 de septiembre del 2018 en San Juan, un tradicional barrio localizado en el centro de Quito. Lo último que se supo de ella fue que salió de su vivienda para comprar medicinas y nunca más volvió.

Antes de irse, ella tomó un poco de dinero y las llaves de la casa. No se llevó el teléfono móvil. A partir de ese momento -cuenta Isis, hermana de Natalia- su familia ha vivido una pesadilla por todo lo que ha ocurrido en torno a la desaparición y muerte de la docente, quien en ese entonces tenía 33 años.

En marzo del 2019, una parte del cráneo de la maestra fue encontrada en la quebrada del barrio Armero, en el noroccidente de la capital, muy cerca de la quebrada El Tejado en donde se produjo el aluvión de La Comuna y La Gasca. De hecho, junto a la estructura de captación del desfiladero Armero se produjo una acumulación de agua que terminó convirtiéndose en una pequeña laguna.

Más de un año transcurrió y la familia Subía recibió otra noticia. Entre julio y septiembre del 2021, los investigadores de la Policía Nacional y Fiscalía encontraron una costilla, los huesos de una pierna y el fémur de otra en la misma quebrada del barrio Armero en donde se localizó una parte del cráneo en marzo del 2019.

Tras realizarles las pruebas de ADN y análisis de genética forense, el 23 de marzo de este año se confirmó que esos huesos son de Natalia. También se halló la licra que llevaba puesta el día de su desaparición, así como las medias y un par de zapatos deportivos negros. “Nos indicaron que los restos no estaban en buenas condiciones y se demoraron varios meses en hacer los exámenes porque encontraron huesos de animales que parecían de personas”.

Para la familia de la docente, lo más duro es aceptar que posiblemente no aparezcan el resto de osamentas porque la zona en donde se encontraron los huesos se tapó con el agua por las fuertes lluvias. Incluso maquinaria del Municipio ha retirado tierra y lodo de allí. “Por el aluvión perdimos la esperanza de encontrarla si quedaba algo más por recuperar”, manifestó Isis.

“Desde antes nos hemos sentido bastante mal, de saber que ya no hay más restos, que muchos de estos quizás fueron arrastrados al río Machángara, pero con esto del aluvión ya nos toca resignarnos de que ya no podemos hacer más”.

Para mañana, a las 10:00 del sábado 9 de abril del 2022, se realizará una misa en la iglesia de La Basílica, en el Centro Histórico capitalino. También será el sepelio de los huesos que se unirán a los otros que ya fueron localizados y se los guardará en la misma urna. Para eso, los allegados de la víctima adquirieron un ataúd especial.

Casi todos los días, los familiares de Natalia acuden al sitio en donde aparecieron los huesos en la quebrada Armero para dejar flores y encender velas junto a una pequeña cruz de cemento que instalaron allí de forma simbólica. Así recuerdan el último lugar en donde estuvo la profesora. “Siempre vamos a vigilarla, que no la destruyan, es un acto de amor porque la llevamos en nuestros corazones”.

Con dolor, Isis contó que las investigaciones no se han realizado con agilidad. Seis fiscales y siete agentes de la Dinased estuvieron a cargo de las indagaciones. Lamenta que no se puede establecer la causas del deceso porque no se encontró el cadáver completo.

“Sentimos angustia al no saber si lo que pasó fue una muerte violenta o no”, acotó. Las prendas que quedaron de la maestra fueron enterradas en el jardín de su casa. La familia tiene previsto sembrar un árbol junto a ellas para tenerla presente toda la vida.

Ahora, a Isis y sus allegados solo les queda vivir en medio de la incertidumbre. Aseguran que continuarán en la lucha para que el caso no termine en la impunidad.

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