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Juan Solís a sus 52 años es uno de los pocos que conserva el refresco de carreta. -
El granizado 'guayaco', una refrescante tradición que recorre la urbe
Juan Solís a sus 52 años es uno de los pocos que conserva el refresco de carreta.
Por las calles de Guayaquil pasea Juan Solís, un ecuatoriano que conserva una tradición muy refrescante. Él se gana la vida vendiendo los denominados 'raspados' o granizados, muy solicitados cuando el calor invade el ambiente de la ciudad.
Y es que Guayaquil es una ciudad cálida, tan cálida como su gente que con los años, ha aprendido a lidiar con las altas temperaturas de la Perla del Pacífico.
Hay varias alternativas para refrescarse, pero una sigue siendo la preferida, el refresco de carreta.
En las calles Bolivia y Abel Castillo se encuentra Juan Solís, que se alista con lo que él llama "su cachina" y la mejor energía para ofrecer estas bebidas.
A los 16 años comenzó a recorrer las calles de Guayaquil con este "alivio en vaso", ahora a sus 52 años aún es su principal fuente de ingreso.
“Primero era la carretilla de palo, ahora ya no hay esa carretilla, (así que) compré un triciclo. Los años que he estado vendiendo jugos, toda la vida me han comprado mis clientes”, comenta.
En un barrio de la urbe no lo llaman por su nombre. Los niños, sus principales clientes, le dicen 'primo', 'cuñado' y hasta 'papá noel'. “Papá Noel me dicen porque yo regalo, regalo a los niños, es diario, de esto no queda nada”.
Juan Solís sabe que hay nueva tecnología en el mundo de los refrescos, pero él prefiere utilizar el cepillo, un artefacto que raspa el hielo, que luego se convierte en un delicioso postre.
Algo que parece tan simple es un trabajo que demanda fuerza y resistencia al frío extremo. Don Juan dice que lo hace con gusto, por esas sonrisas refrescantes.
El granizado representa un recuerdo infantil, la cura contra un intenso calor, un trabajo digno, pero más allá de todo eso, una tradición guayaca.
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