05 sep 2013 , 04:36

Adéntrese en la majestuosidad de Cocaya, el corazón del Yasuní

Conozca más del Yasuní y su belleza natural en este reportaje especial de Televistazo.

Cocaya es un espacio en el que la fauna se deja apreciar en completa libertad, aunque su principal atractivo se encuentra debajo del agua. Televistazo le presenta otra entrega de la serie de reportajes hechos sobre el maravilloso Yasuní por la reportera Mónica Carriel: 

 

Con una despedida corta dijimos adiós a Añangu. Para llegar a Cocaya navegamos una hora desde Nuevo Rocafuerte, adentrándonos por el brazo de río de su mismo nombre, que además es afluente del Aguarico y del caudaloso Napo.

 

La travesía era tranquila. Íbamos junto a los guías, descubriendo con curiosidad casi infantil los milagros naturales que solo se descubren en la amazónica provincia del Orellana. Mirando cómo las ondas que se desprendían de nuestra pequeña embarcación se disolvían en la rivera, y a las aves remontándose quizá, hacia donde vuelan nuestros sueños.

 

Ya en tierra en una caminata por Cocaya, usted descubre en un instante que en este lugar fluye la vida. En el suelo, las laboriosas hormigas y su incesante trabajo, los hongos y los insectos, y hasta observamos las huellas de un gigante tapir cerca de saladero. Desde las plantas descubrimos que una rana nos observa.

 

Pero la vida en lo alto no es menos maravillosa, en las ramas de un gran árbol, un papagayo rojo y un ave conocida como 'Cara Cara', nos descubren de pronto y asustada se alejan.

 

“Los avistamientos de aves son en el día y en la noche, donde también puede ver tarántulas, arañas, culebras, armadillos, las guantas” comenta Daniel Conquiche, comunero de Cocaya.

 

En la pequeña casa que nos sirve de hotel y donde usted no recibe una cama sino un espacio para armar su tienda, todo es comunitario. La cocina y la mesa la compartimos con turistas y gente que también estaba de paso.

 

El principal atractivo turístico de esta comunidad habita debajo del agua, pero el río estaba turbio ese día y no nos permitía observar la coloración rosada de los delfines. Darles de comer es algo que los visitantes hacen por casi nada.

 

A los delfines rosados, únicos en el mundo y que habitan en la cuenca del Amazonas hay que enseñarles la carnada y esperar a que tomen confianza.

 

Toda esta libertad casi irreal de la naturaleza en este pequeño punto del mundo al que conocemos como provincia de Orellana, nos hace meditar sobre el daño que a diario le hacemos al planeta. La contaminación en cualquiera de sus formas, la tala de los bosques que deja sin hábitat a multitud de especies, de aquel que caza para ganar unos centavos por cada animalito que saca del bosque.

 

Pero todavía existen lugares del mundo donde se puede disfrutar de la naturaleza, respirar algo de aire puro y ver el cielo limpio más azul que cualquier buen pensamiento. 

 

Todavía no es tarde para regresar a los tiempos en que nuestra vida era más sencilla, volviendo a los simples orígenes de lo que alguna vez fue el hombre, aquellos en que los seres humanos y la tierra éramos uno sólo, aquel tiempo que todavía se disfruta y se respira en la mágica Cocaya.

 

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