20 abr 2022 , 17:39

116 años del milagro de La Dolorosa se cumplieron hoy

En los centros educativos jesuitas, los docentes y alumnos organizaron misas y procesiones

La comunidad jesuita recordó, este miércoles 20 de abril del 2022, un aniversario más del milagro de La Dolorosa del Colegio. En esa fecha de 1906, en el sitio en donde funcionaba el antiguo colegio San Gabriel, en las calles Benalcázar y Sucre del Centro Histórico, 36 alumnos miraron cómo la pintura de la Virgen abrió y cerró sus ojos.

Al cumplirse hoy 116 años de ese hecho, los colegios jesuitas rindieron homenaje a su patrona. Por ejemplo, en el San Gabriel se realizó una pequeña procesión en las calles aledañas al plantel y una misa en la iglesia tras dos años de encierro por la pandemia del covid-19.

El hermano Guillermo Oñate, rector del San Gabriel, manifestó que los vecinos del barrio saludaron a la Virgen Dolorosa desde los balcones de sus casas. Arrojaron flores durante la procesión. Los 1 800 estudiantes, desde niños de tres años hasta los jóvenes de bachillerato, le rindieron homenaje con cánticos.

El cuadro del milagro recorrió los patios en medio de cánticos y flores. “Nuestra Lolita salió de la capilla, resguardada por los priostes de las fiestas patronales, los jóvenes de tercero de bachillerato y sus docentes”, se informó en el perfil de Facebook del centro educativo San Gabriel.

En el colegio femenino La Dolorosa hubo una eucaristía. En el Gonzaga, los estudiantes de primerdo de educación general básica fueron presentados ante su patrona y también se organizó una misa.

¿Cómo ocurrió el milagro?

La noche del 20 de abril de 1906, en el antiguo edificio del San Gabriel sucedió un hecho que cambiaría la vida de los estudiantes del colegio. Eran las vacaciones de Semana Santa cuando solo 35 estudiantes internos cenaban en el comedor.

Eran las 20:30. A la derecha de la mesa, en la pared estaba una litografía de la Virgen de los Dolores. Muy cerca de la imagen estaban los alumnos Jaime Chávez, Carlos Hermann y Donoso.

De pronto, Hermann quedó pasmado. Observó que los párpados de la imagen se movían. En un primer momento creyó que lo visto era producto de su imaginación. Sin embargo, Chávez, quien también se había fijado en la imagen dijo “¡Ve a la Virgen!" Ambos quedaron atónitos mirando que la imagen abría y cerraba los ojos.

Poco a poco, comenzó a correrse la voz entre el resto de estudiantes. Uno de ellos comunicó el hecho al padre Andrés Roesh S.J., prefecto del colegio y a Luis Alberdi S.J., inspector. Este último dijo a Roesch: “Pero Padre, si esto es un prodigio”. El fenómeno duró cerca de 15 minutos.

El 21 de abril empezó a correr en Quito el rumor del extraño suceso. La suprema autoridad eclesiástica de entonces, monseñor Ulpiano López Quiñonez, vicario capitular, ordenó “que se cubra dicha imagen y nada se publique por la prensa ni en el púlpito, relativo a ese acontecimiento, mientras no se decida sobre su valor y autenticidad”.

Los peritos José María Troya, profesor de física y Carlos Caldas, maestro de química de la Universidad Central, así como el fotógrafo José Lasso y el pintor Antonio Salguero concluyeron que el hecho no pudo darse por el efecto de la luz o por las condiciones en las que estaba ubicado el cuadro, pues el movimiento de los párpados se repitió varias veces. La imagen fue calificada por este grupo como perfecta.

También un grupo de médicos analizó a cada uno de los testigos y concluyó que el hecho no fue efecto de una ilusión sensorial.

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