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Es una bebida blanca ligeramente fermentada que se prepara con una planta llamada Penco.
Es una bebida blanca ligeramente fermentada que se prepara con una planta llamada Penco.
La comunidad indígena de Saraguro lleva cientos de años asentada en la provincia de Loja, ahora es un moderno cantón que impulsa un proyecto de turismo comunitario para involucrar a los visitantes en las vivencias diarias de los nativos.
En el cuarto día de la Ruta del Sur de 'Ecuador Sobre Ruedas', el reportero Rafael Hernández avanzó a un poblado cercano a Saraguro, en busca de una planta que crece por todos lados de ese sector, la llamada 'Penco'. La importancia de esta planta radica en la extracción de un líquido que sirve para preparar la bebida preferida del sector.
La caminata toma casi 30 minutos, un largo recorrido que tiene su motivo: encontrar el único penco que está en producción. La guía Juana Cartuche lo explica: “Esas plantas tienen que tener 20 años de vida para empezar a dar la producción. Se quita una hoja, se hace el hueco y luego se le empieza a raspar para que empieza a brotar el líquido de la planta”.
A cada visitante que viene a Saraguro se lo lleva a probar el Guajango, una bebida blanca ligeramente fermentada que se prepara con el Penco. La guía indica cómo se prepara: “Se lo saca, se lo pone en una olla, se lo hace hervir, deja enfriar y luego se lo deposita en un cántaro y luego ya está listo para servir”.
La historia de Saraguro viene de aquella época en la que un grupo de indígenas mitimaes fueron enviados por los incas para asentarse en esta zona durante la expansión del Tahuantinsuyo, por el siglo XV. Hoy, tantos años después, conservan sus tradiciones y han hecho de ellas una pequeña industria turística.
En un recorrido normal se conoce por ejemplo, el proceso de confección de artesanías y otras microindustrias relacionadas. Patricio González coordina una empresa que ofrece horchata, una combinación de varias plantas locales: “Elaboramos estos productos para el mercado interno, pues es una subsistencia para la familia”.
En Saraguro también quieren que el turismo sirva como un freno para la inmigración de sus habitantes. Precisamente ahora está al frente de la alcaldía, por primera vez, un indígena Saraguro, Abel Sarango. Él dice que la clave para que esto funcione, es ser diferentes a otros destinos del país: “No es una experiencia desde afuera, sino él pasa a ser parte de esta vida cotidiana con nuestros habitantes en las diferentes comunidades, entonces por eso lo hace distinto, lo hace particular y lo hace atractivo también”.
Saraguro también ofrece una opción única para quienes disfrutan del turismo vivencial.
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