02 oct 2014 , 06:00

Las aves también huyen del infierno

   

Las escenas que más duelen son en las que aparecen cornejas, una suerte de cuervos con plu

Por: Allen Panchana Macay

 

Esta no es solo una historia de petirrojos, ruiseñores o alondras… Aves que, sin embargo, merodean un infierno y son parte de un relato turbador. 

 

El escritor Arno Surminski (Prusia Oriental, 1934) no recurre a la metáfora fácil en Los pájaros de Auschwitz.  Es más bien un retrato de la banalidad del mal: de un ornitólogo  de la SS que hace un inventario de 126 especies; y de su ayudante, un talentoso preso –estudiante de arte- que dibuja casi a la perfección los rasgos de cada ave registrada por su captor. En la cámara de gas se suceden cada día más muertos. Pero el SS cuenta pájaros. Siente tanto dolor cuando encuentra uno a punto de morir, que hace todo lo posible para sanarlo. O lo eterniza embalsamándolo. ¿Y por qué no sentir dolor por los seres humanos?

 

¿Qué pensamientos pasan por la cabeza del dibujante mientras pasea por los campos junto al SS? ¿Cómo esquivar de la mente, en medio de la naturaleza exótica, los sacrificios diarios en el campo de concentración? La novela apunta más bien a la psiquis, a la naturaleza del hombre, a quienes conformaron el III Reich y pensaban que matar era la mejor solución. Y a quienes, del otro lado, viéndose atrapados ante tanta mortandad, se aferran, como el dibujante, a los recuerdos, al amor, al último ápice de vida. 

 

De hecho, la obra es real. Está inspirada en el ensayo “Observaciones acerca de la avifauna de Auschwitz”, publicado en una revista científica.   Un documento que cayó en manos del escritor y de allí el resto es una sencilla, pero demoledora novela que se aleja de los clichés. En una historia así no hacía falta “cargar las tintas”, ha dicho el autor. “Toda la crueldad está ahí, entre líneas. Es preferible la sutileza. La contención hace la historia más terrible”. 

 

Las escenas que más duelen son en las que aparecen cornejas, una suerte de cuervos con plumaje completamente negro y de brillo metálico en el cuello. “Detrás del terraplén que tanto gustaba a las cornejas, Marek descubrió una segunda fogata, un hoyo lleno de ceniza. Al borde había harapos chamuscados. Marek se santiguó. Cuando se lo contó a Jerzy, éste le aseguró que en Birkenau estaban invirtiendo las leyes de edificación. Antes de construir un solo barracón, ya estaban cavando las fosas crematorias. Era como si uno empezara a construir una ciudad por el cementerio".

 

El mirlo posa en la horca, los somormujos se desploman por las emanaciones tóxicas. Las aves también quieren escapar y lo intentan. “De pronto la orquesta enmudece. Reina un extraño silencio. Ni siquiera se oye a lo lejos el rumor de la ciudad. Entonces, el pájaro multicolor echa a volar, da un par de vueltas por encima de las vías ferroviarias y se aleja hacia el sur... hacia su casa”.  

 

Este texto está clasificado como un ESPACIO de OPINIÓN. 

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