En realidad fueron dos. La solidaridad con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner a quien la justicia la condenó a seis años de cárcel por corrupta. Y haber elevado, a caso de estudio, el cuento de la tinta mágica transferible para justificar el fracaso de la campaña electoral.
El desmoronamiento político de la Revolución Ciudadana es un hecho inocultable. No solo porque Xavier Lasso lo admite con una carga de estrés, porque tiene asambleístas golondrina que ya se han pasado al bando oficialista, como Mónica Salazar, Sergio Peña o David Arias. Dicen que pueden ser tres o cuatro más los que se les vayan.

La crisis se nota también por la impavidez dentro de la RC5 ante el cataclismo que significaron los chats de Augusto Verduga y toda la trama de intrigas. Razón suficiente para que el proceso de depuración interna y reingeniería integral de esta organización hubiese comenzado.
En su lugar, se ve a la excandidata y presidenta del correísmo, Luisa González disertar en Buenos Aires, junto a su asesor Daniel Ivoskus, sobre la pueril idea del fraude de los esferos mágicos, digna de un guion de Chespirito, que las caras más visibles de la Revolución Ciudadana la descartaron la misma noche de las elecciones.
González, en lugar de sanear al movimiento y pedir cuentas a sus desleales, prefiere convencer a los asistentes de un congreso internacional de comunicación política de un escándalo que nunca existió.
Quizás las relaciones públicas internacionales con las bases progres del continente es la boya que les deja a flote. De otra manera no explica cómo, si el apego incondicional de la entonces candidata y la RC5 a la agenda de Nicolás Maduro y Venezuela les pasó tremenda factura electoral, a la vuelta de la esquina se vuelven a lamentar, sin ningún beneficio de inventario, por la condena a Fernández de Kirchner, salpicada hasta el cuello de casos de corrupción.
Se sabe de sobra que negar una crisis o evitar la resolución de un conflicto solo empeoran las cosas. Pero si a eso se suman los papelones en seguidilla, el desenlace puede ser peor... Ni modo.
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