25 mar 2023 , 16:08

Ni la cárcel ni la represión apagaron el canto de Jaime Guevara

El trovador popular narra su vida desde la niñez y cómo llegó a apoyar las causas sociales.

En el barrio El Dorado estaba un personaje de botas grandes, bufanda rosa y una boina negra. Era el Jaime Guevara, saluda: “¿Qué tal loco?” Al entrar, un pequeño cuarto no deja un espacio vacío para la música, el pensamiento, el recuerdo de sus presentaciones desde hace cinco décadas, carteles y su colección de libros.

En su hogar no mostraba señas de tener el ‘bicho de la rebeldía’, ni pensaba en que un día se colocaría contra el sistema dominante y daría la contra al pensamiento conservador que no heredó de su familia.

La infancia de Jaime Guevara.
La infancia de Jaime Guevara. ( )

Al colegio llegó sin saber cómo nacen los niños. La vendedora de dulces que trabajaba afuera de su colegio le ofreció la pequeña revista “Pepe Mayo”, que lo ilustró para descubrir que los infantes no venían de la cigüeña, como él se imaginaba. Solo los “repetidos” eran los que ya tenían experiencias en burdeles, él no entendía los chistes de este tema y por eso se le burlaban.

Jaime Guevara y sus vivencias juveniles

Llegaban los años sesenta que cargaban una fuerte represión de los regímenes dictatoriales y populistas que gobernaban: “Siempre veía caballos en las calles con los militares y policías. Los estudiantes salían corriendo y botaban canicas a las herraduras de los caballos para que caiga con el animal que cargaba encima”.

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La represión existente alimentó en silencio su pensamiento cuestionador, mientras sus letras nacían con la ayuda de un profesor “rescatable”. Expresó lo que sentía, comenzaron a fluir letras de su mente y nacía un irreverente estudiante secundario.

A sus 15 años lo expulsaron del Colegio Montúfar por revelarse ante el miedo que los profesores querían imponer en la “guerra de las melenas”. Luego lo encarcelaron por tener el ‘pelo largo’ y estar parado en la calle (su cabello le llegaba a las mejillas), lo acusaron de “dudosa virilidad”, lo que era un delito en los sesenta. No volvió a la secundaria y de ahí su maestra fue la vida.

A partir de ese momento le gustaron mucho más los libros y empezó a leer, toda su vida ha sido un autodidacta de las letras, la poesía y su pasión por las causas sociales. Libros de anarquismo, El Marqués de Sade, La Guerra de los dos mundos y una máscara de Anonymous reposaban en su repisa.

El 'Chamo' es un autodidacta desde su adolescencia.
El 'Chamo' es un autodidacta desde su adolescencia. ( )

Su vecina fue su primer amor, no olvida su nombre: Silvana. Le cantaba –a gritos- desde la cocina de su casa, sonaban Piero, Leo Dan y Sandro. Conversaban desde sus terrazas y su papá prohibía que hablen de esta relación en horas del almuerzo.

Quería una guitarra, pero su mamá no lo permitía porque tenía miedo de que Jaime caiga en la bohemia. “Todo mundo es borracho”, le decía. Su cuñada le regaló una que le sobraba, la usó y aprendió a entonar sus primeras notas junto a “Uva y Banano, compañeros de la pata hippie” con la que se juntaba.

Recuerda las fiestas de este grupo: un foco rojo que colgaba en el techo y la música de Led Zepelin, Jimmy Hendrix o Bob Marley. Era el más joven del grupo, por lo que se ganó las risas y desde ahí el apodo de “El Chamo Guevara”.

Para orgullo de su madre no probó licor ni tabaco en su vida, un letrero de su cuarto dice “no fume, esfúmese”, cuenta: “No me interesó el alcohol porque la sociedad dominante consideraba un festejo el estupidizarse la cabeza y marearla".

"Para mí es una aberración al pensamiento luego vomitar, sentirte mal al siguiente día”, afirmaba. Además, su enorme respeto por la vida de los animales lo convirtieron en vegetariano.

Pensamiento político Jaime Guevara

Cambió las sandalias que vestía, por botas pesadas que le llegan al tobillo. Sueña con los ideales de justicia, libertad y solidaridad, en una sociedad basada en comunas, donde no existan fuerzas militares ni policiales, así descubrió su pensamiento político:

Su voz no se apagó ante la Policía y la milicia que lo reprimía y torturaba en esas siete veces que lo apresaron, pero el efecto llegó y daños en su cuerpo quedaron. Así lo recuerda:

El nacimiento y la crianza de sus hijas le calmaron esta tristeza. Su primera hija es Flor Govinda y la segunda Amada Natalia, esta última trajo el primer nieto a Jaime Guevara, lo que lo hizo un “abuelo chocho”. Se separó de su esposa, su padre y madre fallecieron en las dos últimas décadas.

Participó en la película “Entre Marx y una mujer desnuda”, que se estrenó en 1996, publicó su libro ‘Lo que escribí en las paredes’, en el 2004. Se siente un ciudadano del mundo porque le preocupa lo que pase en el denominado Medio Oriente, en las Américas y todo el resto del planeta. Así siempre ha sido cómplice de una causa social con su voz, su presencia que ha ‘contagiado’ a muchos.

Memorias de un ‘yucazo’

En 2013, el presidente de la República de esa época transitaba por El Dorado, este recibió la bienvenida del Chamo mediante un ‘yucazo’. Acompañado de una caravana, personal de seguridad y rodeado de todo poder, aquel mandatario se bajó y encaró al Chamo. Luego, en televisión nacional lo tildó de borracho y marihuanero, pero se nota que no sabía que Jaime era abstemio, él lo cuenta mejor en una de sus más de 500 canciones.

En su habitación reposa una estatuilla que lo inmortaliza.
En su habitación reposa una estatuilla que lo inmortaliza. ( )

Otros golpes

Si el trovador de la lucha social ha dado una mano a las causas sociales, ahora él requiere el apoyo y solidaridad de quien pueda. Los problemas de salud pegan y los tratamientos les son necesarios. Antes se había fracturado la columna, ahora su riñón y vejiga están afectados.

El Chamo Guevara ha seguido chamo a sus 69 años, su trenza se ha vestido ya más de blanco, pero sus fuerzas han estado para acompañar a movilizaciones sociales, festivales de rock y eventos a favor de los derechos humanos.

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La familia de los hermanos Restrepo, los 10 de Luluncoto y tantos desaparecidos que han recibido el canto de este trovador, que no ha renunciado a sus ideales y se ha mantenido en las calles junto al grito de solidaridad y justicia social.

“Tú dices que nos protege como árbitro el Estado

pero yo quiero ser libre sin Dios ni amo (...)

hay una palabra mala para los capitalistas

también para los jerarcas, y es anarquista...”

Bandera Negra, Jaime Guevara

Nota del autor: Este perfil fue escrito en una primera versión en 2013 como trabajo universitario, publicado en Cotopaxi Noticias y ahora actualizado, ampliado una década después en formato multimedia.

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