Tres hechos de esta semana obligaron a la opinión pública, nuevamente, a hablar de Andrés Arauz. La confusa agenda del correísmo sobre la defensa del modelo de dolarización; los chats de la Liga Azul que revelan las triquiñuelas dentro del Consejo de Participación Ciudadana (Cpccs) y la captura en Panamá de Leonardo Cortázar, uno de los delincuentes retratados en la foto mafiosa de la piscina de Miami.
En cada uno de estos sucesos, Andrés Arauz está relacionado, lo que nos obliga a preguntarnos sobre la dimensión de su poder dentro de la Revolución Ciudadana y los vasos comunicantes que ha logrado tejer dentro del Estado.
No se trata de cualquier militante de esa organización; es decir, no es un simple operador político. Arauz es nada más y nada menos que un excandidato presidencial y un excandidato vicepresidencial que, a decir de los chats develados por la Fiscalía, dentro de la trama Ligados, es el gran articulador entre el bloque de la RC5 en la Asamblea y los hoy destituidos vocales del Cpccs.
Si a eso sumamos que su fama se debe más a su teoría muy controversial sobre la dolarización a la ecuatoriana, que como político y candidato, podemos concluir que él tiene muchas influencias y un gran padrino: el expresidente Rafael Correa.
Cada vez que la RC5 sale a prometer a la gente que cuidarán la dolarización, la maldita hemeroteca les recuerda la receta que a viva voz Arauz detalló años atrás. Por ejemplo, cuando era candidato explico en un canal internacional: “La generación de medios de pago electrónicos. Un dinero digital de banco central ecuatoriano. Una especie de convertibilidad electrónica..., que más bien los dólares sean absorbidos y puedan ser utilizados para pagos internacionales”.
De este planteamiento en Ecuador se ha debatido hasta el cansancio y el correísmo ha jurado que, más allá de los tecnicismos que casi toda la población no logra comprender, nada de eso se aplicará... Y que la dolarización está garantizada.
Dejemos este tema a un lado y pasemos al siguiente: los chats extraídos del teléfono del consejero Augusto Verduga.
En varios de ellos se siente, por ejemplo, la desesperación de Arauz, convertido ya en el nexo político de más alto nivel entre la Asamblea y el Cpccs, porque se posesione a Raúl González en la Superintendencia de Bancos.
Tal fue su determinación, según escribió Verduga, bajo el alias de Mónica Ertl, que si Viviana Veloz, titular del legislativo, no lo posesionaba, se alejaría de la RC5.
Además, constan en los chats, Arauz quería cuatro cargos de alto nivel dentro de la Superintendencia de Bancos. Es decir, el precio que González debía pagar por llegar a esas funciones.

Atemos estos dos cabos: Arauz, el gran “disruptor” de la dolarización dentro del correísmo tenía un interés particular por controlar la Superintendencia de Bancos. ¿Para qué? ¿Para controlar los grandes banqueros del país, sobre las agendas financieras que el correísmo llegue a diseñar en caso de volver al poder?
Solo el paso de los días y lo que venga luego de las elecciones del 13 de abril aclararán estas preguntas.
Mientras tanto, hablemos del tercer hecho incómodo de esta semana, la captura de Cortázar en Panamá, a la espera de que lo extraditen a Ecuador para que pague la condena por delincuencia organizada dentro del caso Encuentro.
Si bien este caso se refiere a todas las corruptelas que se instalaron alrededor de EMCO, durante el gobierno de Guillermo Lasso, por cuenta del gerente Hernán Luque y el cuñado Danilo Carrera, Cortázar irrumpe en él, por la cercanía y apoyos a la campaña presidencial de UNES, de 2021. Las fotos tan afables entre él y Arauz abren otro capítulo de la política ecuatoriana que, ojalá, se termine de escribir con la verdad.
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