El Presidente de la República lo dijo el viernes 26 de septiembre en la entrevista con ECUAVISA y la tarde de este miércoles, 1 de octubre, su vocera, Carolina Jaramillo, insistió en ello. Al Gobierno no le interesa conversar con la dirigencia indígena para que el paro termine.
La apuesta de Daniel Noboa es un juego de resistencia, igual al que la Conaie ha aplicado por años para presionar y arrinconar a los mandatarios de turno desde los años 90.
Varios elementos se conjugan a su favor: una sociedad cansada de los bloqueos y, ciertamente, consciente de que el alza del diésel es inevitable. También está el hecho de que el paquete de compensaciones dirigido a los transportistas desenchufó la bronca social que un paquetazo de este tipo genera en ciudades y zonas urbanas.
Es cierto, además, que la Conaie asume este paro en medio de una profunda división que es consecuencia no solo de los estallidos de 2019 y 2022, sino de sus fracasos políticos como haber desperdiciado su gran espacio legislativo en 2021, por su inclinación permanente al bloqueo, y los costos de la alianza de Leonidas Iza con el correísmo.
El Régimen sabe que, por todas estas razones, el movimiento indígena tiene mucho que perder con estas movilizaciones. No entró a Quito para la toma simbólica de la ciudad y los lugares en los que cortó las rutas, como Imbabura, el hastío de la gente por no poder comerciar ni trasportarse, más que adhesión a su causa, profundizó el rechazo a su postura. Está por verse cómo se procesa la crisis en Chimborazo.
Así las cosas, Noboa asumirá que el paro acabará por inanición, pensando en que solo de esa manera se puede derrotar a la dirigencia indígena en la disputa más importante de su agenda de 35 años: el precio del diésel.
Claro que los fenómenos sociales y políticos en Ecuador son altamente volátiles. Un paso en falso puede echar al traste toda esta operación de autoridad y soberbia que exhibe el Ejecutivo.
Otro muerto, como el de Cotacachi, o una acción judicial contra los dirigentes indígenas pueden ser factores de rabia contenida, difíciles de administrar, cuando estos estallan. Y ahí no habrá más opciones que conversar... o claudicar.
Si Noboa se impone en esta batalla, el país comprobará que la institución llamada diálogo, esta vez, no estuvo a la altura de las circunstancias. Tanto se la manoseó en los paros contra Bucaram, Mahuad, Gustavo Noboa, Gutiérrez, Palacio, Correa, Moreno y Lasso, que esta no pasó de dar dos o tres titulares para la prensa.
Así, el país se embarcará en su próximo proyecto político, la Asamblea Constituyente, donde se supone (esa es la lectura del oficialismo) que se arreglarán todos los problemas, bajo la premisa, casi segura, de que si ADN logra mayoría, en ese foro, tampoco habrá diálogo.
Lea también: El fracaso del nuevo Ecuador en la Asamblea
Recomendadas