Lo bueno, lo malo y lo feo de la campaña

Termina una de las campañas más anodinas de las últimas décadas. El país entró a la fuerza en una consulta popular que surgió de la agenda del Gobierno más que de un anhelo ciudadano. Como hace rato, la iniciativa política está aniquilada por la falta de organizaciones que conduzcan esta actividad, es el presidente Daniel Noboa es quien diseña los escenarios y marca los ritmos.

Sin embargo, lo que cabe por ahora es evaluar estos pocos días de campaña desde tres perspectivas:

Si bien el Gobierno ha comandado la tendencia por el Sí, se ha visto el crecimiento orgánico de voces a favor y en contra de la consulta que fueron más allá de la lánguida participación de los partidos y movimientos políticos. La Revolución Ciudadana se hizo el quite con un desempeño bastante discreto, porque en el fondo le interesa la constituyente y el PSC confirmó su pavorosa agonía. Del otro lado, están cientos de miles de voces ciudadanas y profesionales que, desde las redes sociales, han planteado una posición más crítica y reflexiva.

Cabe apuntar el grupo de juristas que firmó un comunicado público alentando el Sí para que haya una constituyente. Pero con mucha más fuerza y enfoque han sido las voces que, por su parte, piden un voto reflexivo y el respaldo al No como tendencia.

Este domingo se verá la fuerza de todas estas posturas que no tuvieron, necesariamente, un enfoque partidista.

Los problemas del país se siguen acumulando. Mientras los políticos hablan a favor y en contra de la consulta popular, la inseguridad, el desempleo, el desabastecimiento de medicinas, el mal estado de los servicios públicos o las falencias de los gobiernos seccionales afectan la calidad de vida de los ecuatorianos.

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Es una pena que esta campaña no haya generado una suerte de consenso nacional o de plataforma en la que las distintas fuerzas y sectores sociales tracen una agenda común de cara al futuro. Todo lo contrario, las peleas han crecido.

Los resultados del próximo domingo pueden cerrar el paso hacia una agenda constituyente y marcar la derrota del Gobierno u obligar al país a redactar una nueva carta política donde se espera la presencia de las mentes más lúcidas. La grandeza de nuestros políticos se pondrá a prueba.

Las vocerías alrededor de la consulta popular han sido, en líneas generales, pésimas. Sobre todo, las que acompañan al Gobierno y han buscado el voto por el sí. Su falta de enfoque, de conocimientos jurídicos, de historia nacional han permitido que en varios foros los defensores del No tomaran fuerza con argumentos más sólidos y estructurados.

En caso de que exista una nueva constituyente, el Régimen tendrá que buscar voces más reputadas y de mejor formación para que lo que ha ocurrido en este breve debate sobre la consulta no se repita.