24 jun 2024 , 20:05

La verdadera tragedia petrolera

   

¿Desconocimiento, miopía o quemeimportismo? Seguramente, todo ello. Mientras gran parte de la clase política y la dirigencia social quiere volver una tragedia la eliminación del subsidio a las gasolinas, olvida que hay una mayor, a la vuelta de la esquina, y de la cual no es conveniente hablar en términos públicos. Me refiero a la caída estrepitosa de la producción petrolera nacional. Esta sí la verdadera tragedia.

Mientras Guyana, un país con menos de un millón de habitantes, podría producir, el próximo año, 850 mil barriles de crudo, superando incluso a Colombia, Ecuador solo produce 393 mil barriles cada día. Es decir, que en menos de 10 años nuestra industria ha retrocedido en un 30%, pues en 2014, producíamos casi 560 mil barriles. Hace solo cinco años, Guyana apenas si sacaba 1.200 barriles diarios.

Estas cifras, sustentadas por la Agencia Nacional de Hidrocarburos de Colombia, demuestran cómo, en dos décadas, es decir desde Alfredo Palacio hasta Daniel Noboa, el país ha perdido la oportunidad de apalancar su industria más importante, fuente de la principal riqueza.

Todo comenzó con el manto de inseguridad jurídica desde 2005, cuando se cambiaron reglamentos y contratos de manera unilateral que devinieron en millonarias sanciones arbitrales, fue el clásico “pan para ahora, hambre para mañana”.

A eso se suman las taras ideológicas que se sembraron en la Constitución de Montecristi y que, bajo la idea de un nacionalismo demagógico, se deformó la industria. El resultado: Petroecuador acaparó toda la producción para licuarla en un barril sin fondo de corrupción e ineficiencia, mientras se posaban sobre las empresas privadas todos los prejuicios posibles. Por eso, ahora, su actividad (mil veces más eficiente, moderna, y respetuosa del medio ambiente), solo representa el 21% de nuestra producción. Son solo 84 mil barriles; ni el 13% de lo que genera Guyana.

Hace 19 años, Ecuador tenía como meta producir un millón de barriles diarios, bajo un esquema industrial y empresarial similar al de Ecopetrol en Colombia.

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Ese objetivo ha quedado guardado en el escritorio, desde el correísmo, porque los buenos precios del crudo nos llenaron de dinero sin que se volviera primordial darle más fuerza a esa industria, pues en el fondo, los famosos contratos de participación, que empezaron a regir para las compañías privadas, por el marco constitucional y legal reformado, supusieron un grave freno a una verdadera expansión.

Luego llegó el debate ambiental, en torno a la conservación del Yasuní, que en 10 años se degradó y politizó, al punto de tener sobre Ecuador, por mandato popular, la obligatoriedad de cerrar el Bloque 43 del ITT, de los más jugosos.

Lo que nunca dejó de crecer fue la corrupción: plata botada en el inmenso terraplén de una refinería que jamás existió; los negociados en la repotenciación de la de Esmeraldas; los contratos de venta anticipada de petróleo con China y el ineficiente subsidio a los combustibles que al país, en más de 10 años, le ha costado 53 mil millones de dólares. Ahora que la crisis económica aprieta a los ecuatorianos y la fiscal al Gobierno, el recorte del subsidio a las gasolinas, que representará unos 500 millones de dólares para achicar el hueco fiscal, es una medida inevitable, criticada por políticos y partidos populistas, dirigentes indígenas y gremiales, ambientalistas y demás. Su argumento: el encarecimiento de la vida de los sectores más necesitados del país.

El presidente Daniel Noboa, si bien ha tenido la determinación de tomar esta acción, no logra instalar una discusión urgente: qué va a pasar con la industria petrolera del Ecuador.

La inversión privada, que debiera ser de unos 11 mil millones de dólares, no arranca por el desdén que tienen las autoridades a la hora de dinamizar este sector. Y para colmo, los apagones de las últimas semanas, que han comprometido casi 80 mil barriles de producción de Petroecuador en solo siete días. Qué decir de la amenaza que representa para los oleoductos (SOTE y OCP) la erosión regresiva del río Coca.

Sería interesante que Noboa dé, públicamente, la vuelta a la discusión petrolera y deje de enfrascarse en la letanía y las amenazas de los sectores sociales, de movilizarse por el alza de los combustibles, para trazar una agenda de rescate de la producción nacional. De lo contrario, morirá esta industria. Lastimosamente no se ve talento, claridad ni interés, para dar ese país.

*Por el creciente fenómeno migratorio. El Salvador se convirtió ya en el cuarto país al que más viajaron los ecuatorianos entre enero y mayo de 2024. Más de 50 000 ciudadanos partieron a esa nación desde Quito, Guayaquil y Manta. Esta pequeña nación centroamericana no solicita visa y se ha convertido en un destino de tránsito para emigrantes irregulares que intentan llegar a Estados Unidos. https://www.ecuavisa.com/mundo/migrantes/migracion-ecuador-el-salvador-visa-EX7541457
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