15 abr 2024 , 15:00

La deuda con Jorge Glas

    ¿Qué pudo haberle dolido más al exvicepresidente de la República? ¿La decisión del tribunal de la Corte Nacional de Justicia de dejarlo en la cárcel por sus condenas y cuentas pendientes, pese a lo arbitrario de su recaptura en la Embajada de México? ¿O ese debate medio utilitario en el que ha caído la Revolución Ciudadana, como consecuencia de su torpe aturdimiento, porque simplemente no sabe qué hacer con Jorge Glas?

    Jorge Glas, en una fotografía de archivo.
    Jorge Glas, en una fotografía de archivo. ( )

    La noche del jueves circularon unas reflexiones de Mauro Andino hijo, a propósito del ruinoso momento por el que atraviesa su agrupación. Señaló que el error del correísmo fue haber mordido el anzuelo de Daniel Noboa, porque en lugar de persistir en la campaña del No para la consulta popular, priorizó “la defensa a ultranza de un actor desgastado (justo o no)”. En su lectura, “eso les coloca en mala posición ante la ciudadanía”.

    Andino se dejó llevar por el análisis externo que consultores políticos y periodistas han hecho de Glas como factor negativo en la agenda de la RC. No cayó en cuenta que, desde esa posición, siempre será más fácil administrar los activos y pasivos de una agrupación, pues el factor humano queda en segundo plano.

    Casa adentro, lo que este joven abogado escribió debió ser demoledor. Por ejemplo, él exterioriza el agotamiento de una militancia que, desde 2017, tuvo como única directriz defender a capa y espada a una dirigencia llena de escándalos y ávida de impunidad. Y cuando se dan cuenta de que la Revolución Ciudadana se convirtió en el PRE de los 90, lo más fácil es mover el interruptor y ponerse en modo ideológicos-programáticos.

    El problema es que ese cambio de prioridades (dejar a Glas a un lado y volver a hablar de los problemas del país) no puede ocurrir dado el enorme cargo de conciencia que gran parte de la dirigencia correísta debe tener por todo lo que le ocurre al Número 2.

    Las circunstancias (la sed de justicia de un país al que perjudicaron en su gobierno y la arremetida política de todos los sectores y frentes a los que atropellaron cuando eran poderosos) han sido particularmente implacables con el exvicepresidente.

    Quote

    Jorge Glas ha pagado los platos rotos de todos los errores, excesos e ilícitos, que esa inmensa maquinaria produjo, mientras el resto de sus camaradas, con Rafael Correa a la cabeza, la pasa muy bien, tutelado por el poder y las comodidades que Andrés Manuel López Obrador y el Grupo de Puebla les garantiza.

    Como excusa, el correísmo insistirá en que el sistema político y judicial rediseñado desde el trujillato los ha perseguido sobre la base de calumnias. Pero las revelaciones en EE.UU., a propósito del juicio contra Carlos Pólit, desbaratan la tesis del ‘lawfare’. Qué decir de todo lo que han declarado Mayra Salazar, Xavier Muñoz o Álex Palacios... Hasta el fantasma de Pamela Martínez y el caso Sobornos vuelve a aparecer.

    La crisis de la RC se ahonda porque sus defensores no solo tienen que responder por los escándalos de la corrupción administrativa y los carruseles de contratación con sobreprecios. También tienen que hablar de los nexos con el narcotráfico y de cómo el experimento de pacificar a los Latin King terminó por crear a dos frankenstein: Leandro Norero y Ronny Aleaga. Así como la nave correísta no sabe cómo hacerle frente a esta crisis reputacional, tampoco tiene idea de cómo lidiar con Glas.

    La solidaridad por Twitter, a ratos cómica como los pañuelos de Esther Cuesta, no le sirve a Glas para nada. No pagará la deuda de todos aquellos que prefirieron huir del Ecuador para no hacerle frente a la Justicia, mientras que el exvicepresidente terminó por asumir las condenas de todos. ¿Injusto? Que desde México y Bélgica reflexionen.

    La caída de un bus en entre Azuay Loja, donde murieron cuatro jóvenes deportistas. El deporte se viste de luto y nuevamente el país lamenta una tragedia. La Fiscalía debe investigar por qué ocurrió este siniestro de tránsito, mientras que las autoridades y empresas de transporte deben persistir en una conducción responsable.
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