Correa dejó de ser opositor

Apenas transcurrió una semana entre el mensaje que el exmandatario subió a su cuenta de X, asumiendo que la Revolución Ciudadana era la única oposición al Gobierno, y aquel en el que anuncia votar Sí por la eventual pregunta de la consulta popular para que los jueces de la Corte Constitucional sean sujetos de juicio político.

En solo siete días, Rafael Correa pasó de gran contradictor a gran patrocinador de la pregunta más importante para el Régimen en su misión de fortalecer su poder estatal.

No faltarán los despistados que sugieran que este cambio de opinión es un signo de madurez democrática, donde es perfectamente posible que la oposición vote con el oficialismo por una causa nacional.

Correa sabe perfectamente que una pregunta de este tipo le será útil en el futuro. Por ejemplo, en un escenario no consentido de debilitamiento legislativo del presidente Noboa y donde la RC5 pueda recobrar la mayoría legislativa y tenga los votos para tumbarse a todos los magistrados constitucionales que desee.

También sería ingenuo suponer que el presidente Noboa y sus asesores, alguno que otro de impronta correísta, no se dan cuenta de que una reforma de ese tipo, en manos de cualquier autoritario, significaría la muerte institucional del país.

Lo cierto es que esta pregunta, en términos físicos, atrae a dos polos que, al menos en el terreno electoral, se muestran como opuestos. Lo cual debería obligar a Noboa a poner las barbas en remojo, pues la identidad política que estaría forjando, al tener al correísmo como su gran aliado en esta pregunta central, le puede pasar factura ante la gente le dio el voto en la segunda vuelta de abril. Aquellas coincidencias ya ocurrieron con las reformas al Código de la Democracia que permitieron a las fuerzas hegemónicas del momento (RC5 y ADN) mantener sus posiciones dominantes en desmedro de las minorías. Sin embargo, una cosa son los abrazos y guiños de ojo en una ley tramitada por la Asamblea y otra, que el tema se zanje en una consulta popular.

Si lo suyo –como dice- son los principios, debería recordar la disyuntiva que rodeó a los grandes partidos de oposición al gobierno de León Febres Cordero, de cara a su referéndum en 1986, cuanto este planteaba que los independientes sean candidatos sin pertenecer a un partido político.

Rodrigo Borja y la ID consideraron dar un discreto apoyo al Sí porque creían que Febres Cordero iba a ganar el referéndum. En ese momento, Borja era el político más influyente del país y seguro presidente de la República. En cambio, el expresidente Osvaldo Hurtado y la DP decidieron irse por el No, argumentando que el gobierno socialcristiano debía ser sometido a una suerte de plebiscito. Hurtado acertó y concitó el 57% de respaldo, propinando a Febres Cordero una de sus peores derrotas políticas.

Si Correa se acerca a la tesis de Noboa por la eventual pregunta 6 de la consulta popular, queda un campo abierto para que surja una tercera vía.

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