24 mar 2025 , 12:51

La selección, una vitrina donde el mérito es lo de menos

No es razonable que un jugador de 17 años, que ni siquiera ha pisado la primera división en su club, esté a punto de jugar en un partido de eliminatorias al Mundial 2026.

   

El manejo de la selección de Ecuador se ha convertido en un escaparate para exponer a jóvenes promesas de un solo club, dejando de lado a otros talentos y generando sospechas sobre intereses ocultos detrás del “equipo de todos”.

Aunque el técnico Sebastián Beccacece defienda sus convicciones y se muestre incómodo ante las críticas de la prensa, la realidad es que este sistema está minando la esencia de lo que debería ser una convocatoria basada en el mérito y la actualidad deportiva.

El reciente caso de Darwin Guagua, de 17 años e integrante de Independiente del Valle, ejemplifica esta problemática.

Invitado, convocado y casi debutado en la selección mayor, Guagua es solo la última muestra de una tendencia que ya ocurrió con Yaimar Medina y Keny Arroyo, ambos surgidos del mismo club y que, tras su aparición en la Tri, fueron transferidos al fútbol europeo.

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Esta práctica de llamar a un invitado, ponerlo en nómina y hacerlo debutar en la selección mayor no solo resulta insostenible, sino que además es éticamente reprochable.

No es razonable que un jugador de 17 años, que ni siquiera ha pisado la primera división en su club, esté a punto de jugar en un partido de eliminatorias al Mundial 2026. Solo el gol de Venezuela, que pudo habernos empatado, frenó tamaño atrevimiento.

La selección debe ser el reflejo de los mejores futbolistas del país en el momento actual, y no una vitrina para mostrar posibles talentos a futuro de un solo club.

Cuando un entrenador convoca a un jugador a la brevedad —en el caso de Guagua, apenas con tres entrenamientos—, se corre el riesgo de olvidar procesos de evaluación que aseguren una renovación generacional gradual y justa, respetando a todos los futbolistas convocables, a la afición y a la prensa.

Beccacece, en rueda de prensa, trató de justificar su metodología destacando la supuesta apertura y diversidad en la convocatoria: “Llevo 68 entrenamientos con los sparrings y 48 con el primer equipo en estos ocho meses. Los conozco muy bien. Nosotros somos gente muy honesta y transparente, lo hacemos con un corazón muy noble”.

Sin embargo, resulta inquietante que un jugador como Guagua, al que nunca había llamado antes, termine de la noche a la mañana siendo parte de un proceso de selección mayor que debería ser meritocrático. ¿Cuándo, dónde y cómo lo vio realmente?

Además, voces de dirigentes de clubes como Barcelona SC, Guayaquil City, Liga de Quito y Orense han denunciado públicamente la injusticia de usar a la selección como escaparate para jóvenes de un solo equipo, lo que refuerza la percepción de que los méritos deportivos no importan, sino que se convoca de forma preferencial, desvirtuando la verdadera competencia por el honor de vestir la camiseta nacional.

La selección debe ser una síntesis del talento ecuatoriano en su conjunto. Si se quiere provocar un recambio generacional, debe hacerse a través de las categorías inferiores y con un proceso ordenado que garantice la competitividad y el respeto a la meritocracia.

Saltarse esa fila no es solo una decisión técnica, es un irrespeto a quienes día a día trabajan para ganarse un lugar en el primer equipo. Y lo peor de todo es que la FEF lo permite y no le pone un alto.

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