10 abr 2025 , 12:01

Mushuc Runa se atrevió y ganó: una lección para Barcelona

Mushuc Runa soñó con la victoria y la consiguió en Brasil; Barcelona ni siquiera se atrevió a intentarlo en Argentina.

   

Por esas coincidencias que solo el fútbol ofrece, esta semana dos equipos ecuatorianos jugaron como visitantes en torneos internacionales, en estadios sin público por sanciones de la Conmebol. La diferencia no fue el escenario ni el contexto. La diferencia fue la actitud.

Mientras Mushuc Runa viajó a Belo Horizonte y sorprendió al Cruzeiro con una propuesta valiente, ambiciosa y frontal —que terminó premiada con una histórica victoria 1-2 en el Mineirao—, Barcelona visitó el Monumental de Buenos Aires y no hizo ni un solo remate al arco en todo el partido ante River Plate.

Literalmente, el cuadro guayaquileño se conformó con no perder ante River, y nunca sabremos si pudo ganarlo, porque ni siquiera lo intentó.

La crítica no parte del resultado. Porque sí, empatar en Argentina puede considerarse positivo y, de hecho, el punto le sirve a Barcelona para mantenerse en la cima de su grupo. Pero no hay nada que destacar cuando se lo logra a costa de renunciar al juego, como lo hizo el equipo de Segundo Alejandro Castillo.

El propio Marcelo Gallardo, técnico de River, lo resumió con una frase demoledora: "Sólo un equipo quiso ganar el partido". Y no, no fue el Ídolo del Astillero.

En cambio, Mushuc Runa, un club pequeño, de presupuesto modesto y sin estrellas rimbombantes, se plantó sin miedo frente a uno de los gigantes de Brasil. Aguantó, mordió, presionó, atacó y ganó.

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El contexto era parecido, pero la diferencia fue la actitud: Mushuc Runa soñó con el triunfo y lo consiguió; Barcelona ni siquiera se atrevió a intentarlo.

El gol de Orejuela fue fruto de insistencia. El tanto de Bentaberry nació de una contra ejecutada con convicción. El premio: liderar el Grupo E de la Copa Sudamericana con 6 puntos, por encima de Palestino, Unión y el mismísimo Cruzeiro.

Barcelona, en cambio, se metió atrás desde el primer minuto. Jugó a no perder. Fue incapaz de generar una sola ocasión clara. Y si bien sumó su primer punto de visitante en la fase de grupos, lo hizo dejando la incómoda sensación de que tenía miedo a competir.

El marco era perfecto para dar el golpe: un River sin hinchas, aún en rodaje, vulnerable y que no viene jugando bien en la liga argentina. Pero la actitud fue timorata, conservadora, indigna de la historia centenaria que Barcelona presume.

Lo que hizo Mushuc Runa no fue casualidad. Fue el reflejo de una mentalidad. El equipo de Ever Hugo Almeida No se achicó por el escudo rival ni por el estadio. Entendió que en el fútbol moderno, no gana solo el que más historia tiene, sino el que se atreve a jugar.

La diferencia de nóminas con Cruzeiro era tan evidente como la de Barcelona con River. Pero el equipo del Ponchito fue a competir, y el otro, a sobrevivir.

El fútbol ecuatoriano debe aprender de esto. No basta con clasificar a torneos internacionales si al momento de enfrentar a los grandes, bajamos la mirada y nos refugiamos en la excusa del “punto valioso”. El verdadero valor está en intentar ganarlo, aunque a veces no se logre.

Barcelona tiene plantilla para mucho más. Pero mientras no cambie su mentalidad, seguirá quedándose a medias. En cambio, Mushuc Runa —humilde, trabajador, sin complejos— ya demostró que no hace falta ser gigante para jugar como tal.

Y eso, en la Libertadores o en la Sudamérica, sí vale oro.

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