El fútbol ecuatoriano vive una semana de contrastes con sus representantes en torneos internacionales, con una Sudamericana dulce y una Libertadores amarga.
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Mushuc Runa clasificó a octavos de final de la Copa Sudamericana.( )
Mientras unos festejan en silencio y otros se lamentan a gritos, el fútbol ecuatoriano vive una semana de contrastes brutales en torneos internacionales. Mushuc Runa y Universidad Católica dieron la campanada en la Copa Sudamericana, asegurando su clasificación directa a los octavos de final.
Al otro lado del espectro, Barcelona SC firmó su tercera derrota consecutiva en la Copa Libertadores, quedando al borde del abismo, dependiendo de lo que ocurra entre River Plate e Independiente del Valle.
Una realidad que, más que diferencias coyunturales, pone en evidencia una desconexión entre discurso y resultado, entre presupuesto y proyecto, entre expectativas y ejecuciones.
Católica y Mushuc Runa reflejan el mérito del trabajo silencioso. El equipo quiteño empató 1-1 en Argentina ante Defensa y Justicia y alcanzó los 11 puntos que le aseguran el primer lugar del Grupo B de la Sudamericana.
Mushuc Runa, por su parte, no necesitó jugar para celebrar. El club del Ponchito, que suma 13 puntos, se benefició de la derrota del Palestino chileno en Brasil ante Cruzeiro y se aseguró el liderato del Grupo E. Este hito es histórico: es la primera vez que el equipo de Tungurahua alcanza los octavos de final de un torneo internacional.
Ambos equipos, con plantillas más modestas y sin la presión mediática de los "grandes", han demostrado que con planificación, convicción táctica y humildad se puede competir en el continente.
En cambio, Barcelona SC se desmorona en la Libertadores. Perdió por tercera vez consecutiva, esta vez ante Universitario de Perú, que parecía eliminado antes de enfrentar al equipo torero y hoy, con siete puntos —seis de ellos sacados directamente a los ecuatorianos—, sueña con clasificar.
Barcelona tiene apenas cuatro unidades y se aferra a una calculadora cada vez más oxidada. Su continuidad en el torneo depende de una combinación de resultados ajenos, una situación humillante para el club más popular del país y uno de los que más invierte en el fútbol nacional.
Lo más alarmante no es solo el fracaso deportivo, sino el contraste con los logros de otros clubes ecuatorianos con menos recursos.
Mientras Mushuc Runa y Católica se posicionan entre los mejores de la Sudamericana, Barcelona no puede ganarle a un Universitario que había cosechado un solo punto antes del doble enfrentamiento.
¿Por qué clubes como Mushuc Runa y Católica logran competir y clasificar, mientras Barcelona, con mayor presupuesto, historia, hinchada e infraestructura, se desploma? Parte de la respuesta está en el enfoque.
Los “chicos” se concentran en lo futbolístico, ajustan sus planteles a sus ideas y ejecutan con convicción. Los “grandes”, en cambio, muchas veces pierden el rumbo entre presiones dirigenciales, promesas incumplidas y decisiones erráticas en el banquillo.
No es una cuestión de tamaño, es de mentalidad. Y mientras unos se concentran en crecer, otros parecen más preocupados en sostener una imagen que ya no se corresponde con la realidad.
Ecuador puede celebrar, pero con matices. La Sudamericana le está sonriendo con tres clasificados (Mushuc Runa, Católica), pero la Libertadores —el torneo de mayor prestigio— se le está escapando de las manos a un representante: Barcelona.
Independiente del Valle y Liga de Quito tienen intactas sus opciones de clasificar, así que la nota decepcionante solo la ha dado Barcelona.
El éxito de los “pequeños” en la Sudamericana debería ser una lección, no una anécdota. El fútbol no se juega con camisetas pesadas ni con historia; se juega con inteligencia, humildad y eficacia. Mushuc Runa y Católica lo entendieron. Barcelona, no.
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