Llamar a futbolistas sin actividad es un irrespeto a otros convocables y a la afición en general. La selección no es un cetro de rehabilitación para jugadores sin ritmo.
- Imagen de archivo del seleccionador de Ecuador, Sebastián Beccacece.( )
Llamar a futbolistas sin actividad, como Kendry Páez y Jaimar Medina, o de bajo rendimiento, como el arquero Moisés Ramírez, es un irrespeto no solo al proceso de la selección de Ecuador, sino también a los jugadores convocables en esos puestos que trabajan día a día en sus clubes para ganarse una oportunidad en la Tricolor.
¿Recuerdan cuando decíamos que la selección ecuatoriana era “el equipo de todos”? Eso quedó en el pasado. Ahora parece ser el equipo donde se le guarda puestos a unos cuantos privilegiados.
Sebastián Beccacece lleva rato faltándole el respeto al sentido común de los aficionados. Además de las polémicas citadas, ¿cómo es posible que vuelva a armar una convocatoria sin incluir un lateral derecho de oficio? ¿Acaso en Ecuador no hay ningún jugador que valga la pena en esa posición?
Vamos a jugarnos la clasificación al Mundial en la próxima doble fecha de Eliminatorias sin un plan A ni un plan B para el carril derecho de la defensa. Ojalá esa relajación del DT no nos pase factura.
Portería sin garantías
En cuanto a los arqueros, solo queda rezar por la salud y el bienestar de Hernán Galíndez. Si se lesiona o es expulsado, detrás suyo no hay garantías.
Con Beccacece, la portería parece un mundo al revés. Cuando David Cabezas estaba en gran nivel con El Nacional, lo ignoró. Ahora que anda mal, ¡convocado!
Lo mismo con Moisés Ramírez, suplente en Independiente del Valle tras sus errores costosos, pero aún así llamado nuevamente a la selección. ¿Para qué?
Selección: ¿premio o mérito?
Beccacece insiste en que “hay que cuidar a la selección”, pero no parece entender qué significa realmente. Según la Real Academia Española (RAE), seleccionar es “elegir a las personas que se consideran mejores o más adecuadas para un fin específico”.
Algún dirigente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) debería recordarle que la selección no es una “familia” —palabra trillada usada para justificar decisiones cuestionables— sino un equipo que debe estar compuesto por los mejores futbolistas del momento.
Si son los mejores, la mayoría tendrá regularidad en sus clubes, lo que naturalmente genera una base de la selección. Pero eso no significa que todos deban ir sí o sí, jueguen bien, jueguen mal, o ni siquiera jueguen. Nadie debería tener un puesto asegurado.

Está claro que los clubes buscan valorizar a sus futbolistas y que un jugador convocado a la selección cotiza más en el mercado. Pero ni la FEF ni Beccacece deberían ser parte de ese negocio.
Las convocatorias deben despejar dudas, no alimentarlas con decisiones absurdas que terminan perjudicando la credibilidad del proceso.
¿Selección o centro de rehabilitación?
Francisco Egas, presidente de la FEF, también elige mirar hacia otro lado. Cuando le preguntaron por qué se convoca a jugadores sin minutos este año, específicamente Páez y Medina, respondió:
"Hay chicos que necesitan su respaldo y contención, como en su momento pasó con Moi (Caicedo), con (Willian) Pacho, etc. Por eso hay que taparse los oídos y no caer en eso".
¿La selección como centro de rehabilitación psicológica y futbolística para jugadores sin ritmo? ¡Vaya disparate!
Según Egas, como Ecuador está cerca de clasificar al Mundial, no hay razones para cuestionar su gestión ni las insólitas convocatorias de Beccacece:
"Son temas 100% del DT en los que yo no me meto en lo absoluto. Solo le puedo decir que las conclusiones a las que ustedes (los periodistas) llegan, no tienen pies ni cabeza".
Pero el contexto de estas Eliminatorias Sudamericanas es claro: en un torneo donde hay premio para siete de diez participantes, llegar a la Copa del Mundo no es un mérito, es una obligación para la Tri. El verdadero examen es cómo llegamos al Mundial 2026, y en esa gestión nos están debiendo coherencia, transparencia y justicia.
No solo generan dudas los convocados, también los sparrings. De los siete juveniles llamados a entrenar con la selección mayor, seis provienen del mismo club de donde han surgido los jugadores que hoy llegan sin ritmo a la Tri. ¿Coincidencia?
Todos queremos que a Ecuador le vaya bien, pero ya basta de sembrar sospechas. Llamen a los mejores, actúen con coherencia y abran la selección solo a quien realmente se lo merece. La justicia no es negociable ni la selección es un club de amigos.
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