Se despide de la Champions el vigente campeón. Fue un equipo atrapado en sus propios fantasmas, sin ideas, sin conexión, sin el corazón que lo ha llevado a dominar Europa.
- El delantero del Arsenal Bukayo Saka celebra su gol durante el partido de vuelta de cuartos de final de la Liga de Campeones ante Real Madrid.( )
Por una vez, el Santiago Bernabéu no gritó milagro. No hubo noche mágica, ni remontada imposible en la Champions League. El Arsenal silenció el templo blanco y no con un gol agónico o una jugada polémica, sino con algo más letal para un equipo que vive de la mística: superioridad futbolística.
El Real Madrid, el campeón defensor, quedó eliminado en cuartos de final con un global de 5-1. Sin discusión. Sin excusas. Sin alma.
Este no fue el Madrid que desafía la lógica y convierte la derrota en leyenda. Fue un equipo atrapado en sus propios fantasmas, sin ideas, sin conexión, sin el corazón que lo ha llevado a dominar Europa.
Fue el Madrid más derrotado de su historia en una misma edición de Champions tras caer ante el Lille, Milan, Liverpool, Atlético de Madrid y en los dos partidos de cuartos de final contra el Arsenal.
Seis caídas en una campaña que desnuda una crisis profunda y pone nombre a lo que hasta hace poco era impensable: el posible final de la era Ancelotti.
Porque ya no alcanza con el "cabeza, corazón y cojones". Al Madrid le faltó fútbol, el verdadero, ese que no aparece por inspiración divina ni por la energía del estadio. Vinícius y Mbappé —sí, el galáctico recién llegado— nunca lograron entenderse.
Rodrygo fue más voluntad que acierto. Y los veteranos que solían sostener el barco cuando se hundía, esta vez se quedaron en el muelle.

Del otro lado, un Arsenal sobrio, trabajado, maduro. El equipo de Arteta no se intimidó con el escudo, ni con las paredes del Bernabéu. Le jugó de tú a tú al campeón de Europa, lo superó en Londres y lo remató en Madrid.
Saka, Odegaard, Rice, Martinelli... juventud con cabeza fría y piernas calientes. Una maquinaria perfectamente engrasada que dejó en evidencia al gigante.
El PSG, con Willian Pacho, será el próximo en enfrentar a este Arsenal. Un semifinalista con hambre, con fútbol y sin complejos. Todo lo que le faltó al Real Madrid.
Y sí, el Madrid lo intentó. Presionó, luchó, se vació. Pero no basta con morder cuando no sabes cómo jugar. No basta con meter testosterona cuando falta talento en la construcción. La épica se alimenta de momentos, pero también de ideas. Este equipo tuvo de lo primero, poco; de lo segundo, nada.
Ancelotti, el técnico más laureado de la historia del club, quizás vivió su última noche europea al mando. Su legado es incuestionable, pero este cierre duele. Porque no es una derrota cualquiera: es la confirmación de que la corona ha caído y que hay varios pretendientes dispuestos a levantarla sin pedir permiso.
El Arsenal ya lo hizo. Y no por azar. Lo hizo con fútbol. El Madrid, en cambio, necesita dejar de buscar milagros y empezar a reconstruirse.
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