Sol, playa y turismo religioso en la ruta de “Las Siete Iglesias” de Santa Elena

La ruta del sol no solamente es playa, arena, y mar. Ejemplo de ello es la provincia de Santa Elena, sinónimo de historia, cultura y tradición. Así que si busca una opción novedosa para Semana Santa, la ruta de las Siete Iglesias puede ser una prioridad en su agenda. 

Comenzando por Salinas donde se encuentra la Iglesia Rafael de Arcángel. Esta edificación se convirtió em el primer sitio visitado cuando la imagen derramó una lágrima de sangre hace seis años. 

Luego está el Santuario Nuestra Señora de la Esperanza en el cantón la Libertad. Aunque ha sido reconstruido en varias ocasiones sigue manteniendo su estilo único.

En Santa Elena podrá visitar la primera iglesia mayor de la provincia construida en 1965, la Catedral Emperatriz cuyas torres de 60 metros de altura son un símbolo local. Gran parte de su fachada aún conserva su antigua infraestructura de madera.

También forma parte de esta ruta Nuestra Señora de la Nube, en Ballenita, iglesia que llama la atención por su cubierta con conchas y figuras marinas. Sus bancas hechas de madera tienen más de 50 años.

Unos minutos más adelante se encontrará con el Santuario de Santa Catalina de Colonche, ubicado en la localidad del mismo nombre y que se constituye en uno de los más antiguos del país. Con 400 años de creación, al entrar al templo se puede percibir el olor a Guayacán, madera con la que esta construido. El lugar fue declarado patrimonio cultural.

La comuna El Palmar tiene también su legado histórico. Sobre el cerro María Guare se levanta un moderno santuario, el de Nuestra Señora de Fátima, construido con recursos de los coreanos católicos residentes en Ecuador. Cada detalle del sitio tiene una simbología bíblica. 

Continuando con el recorrido, podrá visitar el santuario Blanca Estrella de la Mar en Olón, con forma de barco, divide dos playas de la ruta del sol. Dentro del santuario, se guarda la imagen de la Virgen de la Rosa Mística, que según sus devotos lloró sangre en 1990. La imagen aún conserva las manchas de sangre sobre su rostro. La capilla es atractiva además por tener un mirador ubicado al pie del mar.