El 40 es el juego quiteño que perdura: aporta tensión y picardía a las fiestas capitalinas

Quito celebra sus 491 años de fundación y uno de sus juegos más emblemáticos que ha pasado de generación en generación es el 40, pero su origen es incierto.
Ecuavisa fue el primer canal en transmitir en vivo el Mundial de Cuarenta en el año 1993. Los ganadores de ese año fueron Francisco Jarrín y Fabián Quilca.()
06 dic 2025 , 09:00
Redacción

Con la llegada de diciembre, en casas, barrios, plazas y oficinas, las cartas se reparten con rapidez y la caída resuena entre risas y reclamos. El 40 es el juego de naipe más arraigado en el Ecuador y parte inseparable de las Fiestas de Fundación de Quito. Detrás de su popularidad hay una historia que no nació de la noche a la mañana, sino con el paso de años de adaptación cultural.

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Investigaciones realizadas en repositorios universitarios, textos históricos y con una entrevista realizada por Ecuavisa.com al historiador Alejandro López Valarezo, especializado en temas andinos, y que hoy es cronista de la ciudad y director del Archivo Metropolitano de Historia de Quito, coinciden en que el 40 es un invento quiteño. Deriva de una familia de juegos europeos de levantamiento de cartas, entre ellos la ronda española.

El naipe llegó al territorio andino durante la Colonia. Estos juegos fueron modificados por las poblaciones locales, que los transformaron con reglas propias, estilos de juego y metas de puntaje distintas.

Las referencias más antiguas disponibles, según López Valarezo, señalan que en la Sierra centro del Ecuador existían variantes previas llamadas 30, practicadas con un número menor de cartas y jugadores.

Con el tiempo, la meta subió a 40 puntos y las reglas se afinaron hasta adoptar la estructura actual, el uso de baraja francesa reducida a 40 cartas eliminando las cartas con número 8, 9 y 10 que se usan como perros para marcar los puntos que se consiguen y jugadas como la caída, la limpia y las rondas. Hacia mediados del siglo XX, el juego ya circulaba ampliamente en el país.

El 40 como tradición quiteña tiene su epicentro en 1969, cuando la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP) organizó en Quito la primera edición del Campeonato Mundial en el viejo y tradicional pasaje Amador.

Desde entonces, el torneo se celebra cada diciembre y ha sido clave para estandarizar las reglas, popularizar el juego y consolidarlo como parte central de las fiestas capitalinas. Para muchos quiteños, el Mundial del 40 no solo es una competencia, es un ritual que marca el inicio de la temporada festiva.

Más allá de su estructura técnica, el 40 ha sobrevivido y crecido porque se juega hablando. Bromas, advertencias, reclamos y frases humorísticas forman parte del ambiente, tanto como las cartas.

Esta interacción social ha mantenido el juego vigente y atractivo para generaciones distintas; también muestra la mezcla cultural y las raíces indígenas, visibles en expresiones que incorporan términos en quichua, como la conocida dos por shunsho.

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Aunque no existe un documento que certifique el lugar exacto donde se jugó por primera vez ni una fecha precisa, las referencias disponibles según la información de López Valarezo coinciden en que el 40 se remonta a inicios del siglo XX.

Nació de la adaptación de juegos coloniales, evolucionó en la región andina del Ecuador a lo largo del siglo XX y se convirtió en símbolo de Quito a partir de su institucionalización en 1969.

Hoy es más que un pasatiempo: es un componente vivo de la identidad festiva de la capital y del país, junto a juegos tradicionales como la pelota nacional o el ecuavóley.

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