El bioparque la Isla es un oasis de selva y pantanos en medio de un entorno urbano de Tena
La hojarasca cruje y el suelo se hunde suavemente a cada paso, dejando escapar hilos de agua. Este es el sistema de pantanos y bosque tropical en el bioparque la Isla. Un ecosistema húmedo donde se entrelazan los ríos Pano y Tena, en la provincia de Napo.
La reserva colinda con la zona urbana de Tena. Tiene una forma triangular con una base amplia en el acceso norte y un extremo que se afila hacia el sur. Un sendero desde la comunidad paraíso lleva a esta red de humedales y vegetación densa que, como una esponja, retiene el agua de lluvia y la canaliza hacia quebradas subterráneas que alimentan los dos ríos.
Bajo las palmas de moretales, caimanes de anteojos —de hasta 1.20 metros de largo— se deslizan entre raíces y aguas tranquilas.
A su alrededor, tortugas charapa flotan inmóviles mientras comparten hábitat con boas constrictoras y serpientes venenosas como la X que en el día se ocultan entre guayusas y por la noche cazan ranas arbóreas.
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Aquí se ha redescubierto la rana arlequín, venenosa y terrestre, que se creía extinta desde hace más de un siglo y se han identificado 32 especies de anfibios y reptiles.
Klever Guamán, guía bioparque la isla dijo:
“En los pantanos pueden vivir ranas tóxicas, no tóxicas, pueden vivir iguanas, lagartillos. Se pueden encontrar insectos, serpientes”.
Y, entre los charcos, el tapir amazónico, el mayor mamífero terrestre de Sudamérica, se refresca.
Hacia el este, a dos kilómetros, el terreno se endurece y el paso continúa entre raíces expuestas de pitones y cauchos, cuyas estructuras se unen bajo hojas secas. En las copas, saltan de rama en rama los monos ardilla, de apenas 30 centímetros, en busca de los frutos de cuya.
A pocos metros, una manada de monos tamarino, de pelaje marrón y cuerpo robusto, trepa con agilidad. Sus dos líderes, uno viejo y otro joven, vigilan desde lo alto. Aquí las pendientes suaves alternan con zonas fangosas donde aparecen árboles de chuncho.
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Cada 15 días, cuatro guardabosques recorren esta zona para evitar invasiones y plantar más árboles frutales que alimentan a unas 260 especies de aves. Algunas como las tangaras y los caciques son migratorias. Otras, como la eufonía, permanecen todo el año. Esta última es pequeña, de canto suave y plumaje amarillo, azul y negro.
El camino se estrecha en medio de árboles de guayusa que forman un corredor natural entre heliconias maraca, cañas agrias y bijaos que se abren como abanicos. Sobre troncos caídos brotan hongos comestibles que tiñen el suelo de beige. Los llaman “alas de pollo”.
Altos higuerones custodian el paso. A su sombra nacen las primeras hojas de la cresta de gallo, planta que cambia del verde al rojo con la luz.
En lo alto, un perezoso avanza lentamente por las ramas de un tokota. El Ministerio de Agricultura ha reconocido esta zona por conservar ejemplares semilleros de chuncho, una especie maderable en peligro de extinción. Cada año, se recolectan sus semillas para reforestar. De cada árbol pueden brotar hasta mil semillas.
Paulo Clemente, coordinador Turismo gobierno, indicó:
“El parque amazónico la Isla tiene 24 hectáreas, está considerado como un bosque húmedo tropical, tiene una biodiversidad enorme con 465 especies de flora y fauna, por sus características tiene una diversidad climática y ecosistemas que permiten la diversidad de especies”.
Su mayor diversidad está en los árboles: se han identificado al menos 135 especies, entre ellas cedros, canelos, bálsamos y guayacanes amarillos y rosados.
Sobresalen los ceibos, estos superan los 200 años con troncos de casi dos metros de diámetro. Sobre sus ramas crecen bromelias que almacenan agua y cobijan a la rana de cristal.
En diciembre, los ceibos hembra sueltan algodones blancos como señal de su floración.
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Al final del sendero, hacia las 16h30, cuando la luz se disuelve y el calor cede entre la espesura del bosque, aparece una estructura terrosa adherida al tronco de un tamburo: es un nido de termitas.
El bioparque la Isla es el oasis de Tena y en cada rincón tiene especies únicas.