Cuenca: el Centro Histórico se llena de aromas dulces durante el Corpus Christi
Durante siete días, el corazón de Cuenca se endulza. Desde la mañana hasta la noche, el Centro Histórico se llena de aromas dulces, colores y texturas que no solo conquistan el paladar sino también la memoria colectiva. Es el Corpus Christi, y con él, una tradición repostera que da forma y sabor a esta festividad ancestral.
Unas 45 familias y talleres artesanales se organizan con semanas de anticipación para preparar decenas de variedades. Cada receta heredada de padres y abuelos cobra vida en esta semana.
La historia de estos dulces está ligada a la llegada de las órdenes religiosas femeninas hace 468 años en Cuenca, cuando los españoles fundaron la ciudad. Fueron las monjas quienes introdujeron las primeras técnicas de repostería, sentando las bases de una tradición que hoy se transmite de generación en generación.
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Catalina Lima, de 56 años, lleva 40 años dedicada a este oficio junto a su esposo. Desde su casa en el sector el Batán, al sur de Cuenca, comienza 15 días antes del Corpus Christi la producción de al menos 45 tipos de dulces tradicionales.
Usa ingredientes variados como leche, canela, frutas, remolacha y zanahoria, que transforma artesanalmente en cocadas, quesitos, roscas encopetadas, huevitos de maíz, colitas, monjitas y más.
“Porque hay que hacerle con mucha dedicación, para que salgan rico los dulces, para que salgan bien hechitos y poderles brindar a la gente que nos vienen a comprar”.
Este año se han instalado 141 puestos de venta alrededor del Parque Calderón, junto a la Catedral de la Inmaculada y la Catedral Vieja, para ofrecerlos. La feria no solo preserva la tradición, también mueve la economía.
Según la Empresa Municipal de Desarrollo Económico, el año pasado se vendieron 650 000 dulces.
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Las calles donde están los puestos han sido peatonizadas, con la vigilancia de 100 agentes de tránsito y personal de la guardia ciudadana para que esta fiesta dulce se disfrute con orden y seguridad.