Ecuador no veía dos masacres carcelarias en menos de una semana desde 2022
La violencia volvió a las cárceles de Ecuador. En menos de una semana se registraron dos masacres en los centros penitenciarios de Machala y Esmeraldas, que dejaron un total de 33 personas asesinadas. Aunque la violencia a ese nivel no es nueva para Ecuador, han pasado dos años desde que el país no ve dos eventos así de sanguinarios en un lapso menor a una semana. La última vez que ocurrió fue en octubre de 2022.
En Machala, la masacre ocurrió el 22 de septiembre y el saldo fue de 16 asesinados: 15 reos y un guía penitenciario; además, dos policías fueron heridos e incluso se reportó el secuestro de algunos uniformados.
Los hechos ocurrieron a las 02:00, cuando miembros de la organización delictiva identificada como Los Lobos Box salieron de las celdas y se dirigieron a otro pabellón donde se encontraban presos presuntamente miembros de Los Lobos.
Durante el hecho violento, se detonaron explosivos y se escucharon disparos.
En Esmeraldas la masacre también ocurrió durante la madrugada y fueron 17 víctimas. De manera extraoficial se conoce que el grupo de delincuencia organizada Los Tiguerones ordenó el ataque contra Los Lobos y Choneros.
Todo surgió por una falsa alarma de un reo asesinado, lo que permitió que los presos tomen las llaves de las celdas y el armamento. Esa fue la forma en que escaparon y se dirigieron a las celdas para cometer los crímenes.
Las imágenes que dejaron la matanza, con personas descuartizadas, muestran el nivel de violencia.
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Hace dos años que no ocurrían dos masacres en menos de una semana
Desde 2021, Ecuador enfrenta una escalada de violencia que empezó con motines en las cárceles. Ese año quedó marcado por varias matanzas: en febrero, los enfrentamientos simultáneos en Guayaquil, Cuenca y Latacunga dejaron 79 muertos; en septiembre, la Penitenciaría del Litoral se convirtió en escenario de la mayor masacre carcelaria del país con 119 víctimas; y en noviembre, otro brote de violencia en el mismo centro sumó 68 víctimas.
En 2022, pese a los esfuerzos oficiales por contener la violencia, la crisis no se detuvo, aunque hubo una disminución de casos. Sin embargo, los motines siguieron repitiéndose: la cárcel de Turi, en Cuenca, vivió una masacre en abril, con 20 muertos, y en mayo y julio, la cárcel de Bellavista, en Santo Domingo, fue el episodio de dos masacres.
El 3 de octubre de ese año se registraron 16 muertos en la Cárcel de Latacunga, motín en el que murió el narcotraficante Leandro Norero. Dos días después, hubo 13 muertos en la Penitenciaría.
Durante 2023 ocurrieron dos masacres y en 2024 una, es decir, la violencia cesó en las cárceles, aunque se tasladó a las calles.
¿Por qué vuelve la violencia a las cárceles?
Las dos masacres ocurridas en menos de una semana, en Machala y Esmeraldas, reactivan la pregunta sobre por qué el Estado sigue sin controlar sus prisiones.
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Para la experta en inteligencia Lorena Piedra, la respuesta está en la lógica criminal, "las matanzas sirven para reordenar mercados ilegales, disciplinar disidencias internas, castigar traiciones o enviar mensajes tanto a rivales como a las autoridades", explica la experta. En un contexto en el que las fuerzas de seguridad concentran su atención en otros frentes, las bandas encuentran un terreno propicio para “performar soberanía” dentro de los centros penitenciarios.
El académico Daniel Pontón coincide en que la crisis nunca se apagó. Desde su visión, el sistema penitenciario ecuatoriano es un engranaje fallido que ha sido administrado con medidas de corto alcance, como la militarización. Recuerda que la violencia no surgió de repente: ya desde 2019 hubo señales de asesinatos y masacres menores que derivaron en la espiral sangrienta de 2021.
La presencia militar, señala Pontón, ha sido un parche más que una solución. Tras los periodos de intervención de las Fuerzas Armadas, el control vuelve a manos del SNAI y de la Policía, sin que eso signifique mayor estabilidad. Para el analista, mientras no se construya un modelo alternativo que supere la visión estrictamente militarista, las cárceles seguirán siendo escenario de estallidos de violencia recurrentes.
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El experto en seguridad Fernando Carrión apunta a la raíz institucional del problema. A su criterio, el SNAI ha demostrado ser incapaz de manejar los centros penitenciarios del país. Coincide ccon Pontón en que, sin un rediseño institucional profundo, advierte, la violencia seguirá reapareciendo en los pabellones.