Xana, la estrella que guio a Luis Enrique a la victoria del PSG

La emoción y el recuerdo de su hija marcaron la noche más gloriosa del técnico español, tras coronarse campeón de la Champions con el PSG.
Luis Enrique y Xana. ()
01 jun 2025 , 09:56
Redacción

Luis Enrique vivió una de las noches más importantes de su carrera este sábado 31 de mayo, cuando el Paris Saint-Germain se proclamó campeón de la Champions League con una victoria arrolladora por 5-0 frente al Inter de Milán. Pero más allá del triunfo táctico y futbolístico, fue una noche marcada por la emoción más profunda. Al término del encuentro, el estadio se estremeció con un gesto que fue mucho más que simbólico: una gran pancarta descendió desde las gradas con la imagen de Xana, su hija fallecida en 2019.

Una historia triste y conmovedora

Xana fue la tercera hija del técnico asturiano y su esposa Elena Cullell. Nació en una familia que respiraba amor y unidad, y durante nueve años llenó de alegría la vida de sus padres y de sus hermanos mayores, Pacho y Sira. En marzo de 2019, le diagnosticaron un osteosarcoma, un cáncer óseo que afecta principalmente a niños y adolescentes.

Durante cinco meses, la familia luchó con valentía, pero el 29 de agosto de ese mismo año, Luis Enrique dio a conocer la dolorosa noticia del fallecimiento de su hija. El impacto fue profundo no solo en el mundo del deporte, sino también en la sociedad, que se volcó en mensajes de apoyo y respeto. En ese tiempo, Luis Enrique renunció como seleccionador nacional para estar donde más lo necesitaban: junto a su hija, siendo padre ante todo.

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Un tierno homenaje

Cuando los fanáticos tendieron una pancarta de Xana en las gradas, el Allianz Arena de Múnich se convirtió por unos minutos en un templo de silencio. El rostro de Luis Enrique, conmovido, se fundía en la imagen de ese padre que, pese a la gloria deportiva, sigue abrazando con el alma a su hija ausente. Elena Cullell, su esposa, y sus hijos Pacho y Sira, no pudieron contener las lágrimas. La familia, unida, vio en esa pancarta más que una foto: era la presencia viva de Xana en el momento más brillante del técnico asturiano, la misma niña que se marchó demasiado pronto, víctima de un osteosarcoma, pero que sigue presente en cada logro, en cada paso.

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"Xana está con la familia todos los días", dijo Luis Enrique frente a las cámaras tras la final, con la voz quebrada pero serena. No habló de estrategias ni del dominio en el campo, habló de amor. De ese amor que trasciende la vida, de ese vínculo que no entiende de victorias ni derrotas. Recordó cómo a su hija le encantaban las fiestas, cómo en 2015 celebraron juntos la Champions en Berlín y cómo soñaba con repetir ese momento. "Mi hija no está físicamente, pero sí espiritualmente", afirmó. Sus palabras fueron una lección de humanidad, una muestra de que el dolor puede transformarse en luz.

Sira Martínez, la hermana de Xana, también quiso rendirle homenaje en ese día tan especial. Lució una camiseta con el nombre de su hermana en la espalda, sumándose a decenas de aficionados que hicieron lo mismo. El recuerdo de Xana no solo vive en su familia, sino que ha trascendido fronteras y camisetas, convirtiéndose en símbolo de amor eterno. Luis Enrique no solo ha marcado un antes y un después en la historia del fútbol, también nos ha enseñado que la vida puede ser el escenario más noble para honrar a quienes amamos.

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