Los políticos están agotados, la política, no...

Quito, martes 16 de septiembre de 2025.()
17 sep 2025 , 17:22
Carlos Rojas

Tres hechos potentes se produjeron este martes 16 de septiembre que ameritan ser interpretados con cierto detenimiento: la nutrida marcha de Cuenca, la protesta por la eliminación del subsidio al diésel y los palanqueos de Jorge Glas para salir de la cárcel.

Mientras la movilización en la capital azuaya ratifica que la lucha política organizada, con intereses y valores cívicos bien definidos, puede cambiar la historia, lo que ocurre en torno a los combustibles o a la situación jurídica de las principales figuras del correísmo constata que son los políticos actuales los que están en agonía.

Lo de Cuenca es memorable porque se trata de la movilización de toda la ciudadanía para defender un solo tema: el futuro del agua. Tuvo tanta fuerza que no fue necesario poner a un líder como su gran catalizador, algo en lo que el guayaquileño Jaime Nebot le encantaba figurar para decir que era el gran opositor a Rafael Correa, mientras por debajo pactaba con él el reparto de la justicia.

El alcalde Christian Zamora, el prefecto Juan Cristóbal Lloret o el excandidato presidencial y dirigente indígena Yaku Pérez no se proyectaron más allá de lo que sus respetables vocerías lo permitían. Y la Conaie, que se citó para buscar algo de presencia, pasó como otro actor nada dirimente.

Aquello significa que la capital azuaya no necesita más que convicciones para actuar como un gran colectivo que hizo retroceder al presidente Daniel Noboa en su determinación de seguir con el proyecto minero en Loma Larga. Más allá de los riesgos jurídicos y la pérdida de recursos fiscales que significaría que la empresa Dundee deje esa concesión, hay lecciones políticas que deben ser procesadas.

No se puede decir lo mismo —menos mal— de quienes se oponen al alza del diésel. Es verdad que a Noboa le saldrán carísimas las compensaciones para choferes y otros sectores con tal de tener las calles en calma. Pero aquello también ha sido posible por el desgaste que los eternos dirigentes sociales exhiben frente a este tema tan antipático de defender como infructuoso. Es como si la gente en general hubiera entendido que el subsidio al diésel ya es insostenible, menos todos esos cuadros que necesitarán, paradójicamente, enormes cantidades de combustible para lograr una paralización que medio se parezca a las de 2019 o 2022.

Es más, el presidente Noboa no espera que Leonidas Iza se movilice, sino que él decidió movilizarse a Latacunga. Fue un reto audaz, digno de una clase de teoría de juegos.

Finalmente, está la torpeza del siempre distraído presidente Gustavo Petro. Subió a su cuenta de X la foto de un documento en el que, aparentemente, declara a Jorge Glas como ciudadano colombiano, esperando que Ecuador lo saque de la cárcel y lo entregue.

Una movida boba de principio a fin, porque si Noboa fue capaz de meterse a una embajada, propiciando la ruptura de relaciones con México, difícilmente accederá al pedido de Petro.

Pero, como todo lo que sale de su despacho es incomprensible, el presidente de Colombia borró su tuit y dejó a Glas colgado de la percha, sin darse cuenta de que su gestión golpea más la pésima imagen del correísmo. Es decir, otro fracaso que solo inspira memes.

Le puede interesar: Diésel: de Mahuad a Noboa

TAG RELACIONADOS