Fantasmas en la Asamblea, pero de carne y hueso
Apostemos que la historia de la niña que se aparece en los pasillos del Legislativo salió de alguna mente “estratégica”, de esas que se han contratado por decenas para desviar la discusión de lo verdaderamente importante y poner a la gente a hablar tonterías.
Son brillantes estos chicos de la compol, cuya misión es cuidar el prestigio de los honorables para los que trabajan, haciéndolos opinar de temas paranormales, porque frente a los otros: economía, respeto por las reglas del juego institucional, equilibrio de poderes, derechos humanos, fiscalización... ya han perdido el semestre, en tan solo tres meses.
Lo cierto es que en la Asamblea sí hay fantasmas, pero de carne y hueso. Se multiplican cada cuatro años, o menos si ocurre una muerte cruzada. Y cada nueva camada está menos preparada para enfrentar con altura, rigor y patriotismo, los grandes problemas del Ecuador.
Son expertos en posar para las selfies, tener al día sus cuentas en Instagram y TikTok, incluso montando caballos o bailando algún ritmo destemplado. Pero ante los ojos de varios organismos internacionales, cada día golpean esta democracia embrujada.
En la Asamblea no hay cabida para una pobre alma en pena, así digan que aparece en videos, con formas aterradoras. Hoy habitan en el parlamento 151 seres que, sin necesidad de venir de otra dimensión, pues son el espejo nítido de nuestra lúgubre idiosincrasia, han aterrado con sus decisiones de espanto.
Usaron a la ouija para anular la terna que dejó la legislatura pasada para conformar la legislatura. Pusieron en la segunda vicepresidencia y en el CAL a legisladores que representan bancadas legislativas sin tener el respaldo de esas bancadas. Invocaron a la figura de la ley urgente en materia económica para cambiar temas penales y hasta legislar sobre adolescentes y condenas delictivas. Y como si se tratara de la misma Mariangula, lloran y se quejan porque la Corte Constitucional tiene que poner orden a semejante aquelarre.
Crean pociones con ingredientes de terror para enjuiciar políticamente a quienes les estorban y talismanes para proteger a los que sí deben rendir cuentas por sus falencias y picardías.
En tan solo tres meses, estos seres no piden favor a los fantasmas del pasado. Y eso que en las actas del enorme cementerio legislativo hay nombres de escalofrío como Virgilio Saquicela, Ronny Aleaga, Luis Almeida, Daniel Mendoza, José Serrano, Gabriela Rivadeneira y otros tantos. Son tan ‘creepies’ los cuentos parlamentarios de esta época que Fabián Alarcón, Heinz Moeller o Víctor Hugo Sicouret merecen la beatificación.
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