El descalabro momentáneo de la Conaie

Marlon Vargas, presidente de la Conaie.()
23 oct 2025 , 19:50
Carlos Rojas

Lo más seguro es que Marlon Vargas tenga que rendir cuentas dentro de su organización indígena por el fracaso estrepitoso del paro nacional que convocó a regañadientes y que más, allá de haber sometido a medio millón de imbabureños a un secuestro injusto y humillante, no obtuvo nada.

Bueno, el deterioro acelerado de la reputación de la Conaie frente el resto del país que, en términos políticos, es el peor de los resultados.

Es probable, además, que los mandos medios y las bases hagan de este proceso un ejercicio de implacable recriminación que podría costarle el puesto a Vargas.

La crisis interna es más grave que la de 2003, cuando seis meses después de haber compartido gobierno con Lucio Gutiérrez (él y Pachakutik ganaron las elecciones) dejaron el poder sin haber logrado una sola reforma de su agenda de reivindicaciones programáticas.

Se decía, entonces, que Lucio dividió al movimiento indígena con picos y palas; es decir, a punta de clientelismo, el arma más espuria para contentar a poblaciones a las que les falta todo.

Este episodio político y el gran espacio parlamentario que alcanzó Pachakutik en 2021 fueron dos oportunidades desperdiciadas por unas dirigencias excesivamente radicales y renuentes a leer los procesos y cambios de la sociedad contemporánea, sobre todo en temas fiscales y productivos, y adaptarse a ellos.

No era necesario luchar en el terreno institucional, pues en la protesta su voz y coraje se hacían sentir, no solo para echar abajo sendos decretos que elevaban el precio de los combustibles, sino que tumbaban presidentes.

Esta vez las cosas salieron mal. El paro fracasó, no porque el presidente Daniel Noboa fuera audaz o tuviera una gran estrategia política, sino porque la agenda sobre el mito del combustible barato estuvo superada hace mucho tiempo. Y porque los estallidos de 2019 y 2022 desdibujaron el alma de una organización que, lejos de despertar las enormes adhesiones que lograron en los 90, causó temor en la gente de a pie y condicionó el manejo político de los gobiernos a su intransigencia. Es decir, se convirtió en un factor de bloqueo.

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Desde el momento en que las vías de Imbabura quedaron abiertas, la Conaie reflexionó casa adentro su situación.

Sería una lástima que la catarsis, únicamente, sirva para que se analice la continuidad o no de Marlon Vargas y no para que haya una reestructuración programática y de acción política que le permita un resurgir.

Sí, son malas horas las que hoy vive esta organización, pero eso no significa que la Conaie esté derrotada. Su concepto de resistencia es amplio y se adapta a miles de circunstancias. El presidente Noboa haría muy mal si se descuida políticamente de ella y si su gobierno no atiende y compensa las necesidades de las comunidades.

El primer síntoma de debilidad del Mandatario o el deterioro de su gestión puede prender una llama de descontento de imparables consecuencias. Vargas puede estar liquidado, pero hay otros liderazgos internos que no.

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