A sus 80 años, Delfina asegura que aún tiene mucho trabajo por hacer.
A propósito del Día Internacional de la Mujer, esta es la historia de Delfina Borbor, quien ha trabajado durante 4 décadas vendiendo agua y gaseosas en Salinas.
A sus 80 años, Delfina asegura que aún tiene mucho trabajo por hacer y que la jubilación no es una opción para ella.
Ahí donde usted la ve, caminando a paso ligero, abriéndose camino entre la pesada arena, el calor y la humedad del mar, tiene nombre de pez, 80 años a cuestas, así como el peso de su hielera.
Vende aguita, cola y otras bebidas, Delfina Borbor le calma la sed a todos en el balneario de Chipipe. Cualquiera pensaría que Delfina es de la península. “Yo vengo de un lugar que se llama Sube y Baja y llevo 40 años vendiendo agua”.
4 décadas y Delfina se ha hecho sus clientes y sus amigos, quien no la conoce es porque por ahí no ha pasado definitivamente. “He visto crecer a mis clientes, ando con un celular y ahí me llaman”.
Pero Delfina camina mucho y mentira sería decir que no se cansa. “Me siento un rato y vuelta por ahí mismo”.
Y sin detenerse porque ella no quiere. Quienes la conocen se atreven a decirle que se jubile y descanse. “No quiero jubilarme quiero seguir caminando”.
Se ríe y creo que pasó la mayor parte del tiempo haciéndolo. A Delfina no hay quien la pare.
Sus huellas, sus pasos cuentan historias, cuentan su vida y sus días de sol y lluvia. De caminar, trabajar sin detenerse, sin mirar edad ni cansancios, de eso, nadie sabe más que Delfina.
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