10 jun 2024 , 12:54

Tres dolores de cabeza que terminarán en migraña

   

1.- La relación Ejecutivo-Legislativo. No es cuestión de que se hayan roto las relaciones entre el presidente Daniel Noboa y el PSC, en cabeza de Henry Kronfle. Ni que con su posible candidatura presidencial le tocará renunciar a su condición de legislador y titular de la Asamblea, para que este cargo lo asuma Viviana Veloz del correísmo, por ocho meses, entre el 2 de octubre y el 14 de mayo de 2025. Lo que realmente debe preocuparnos es que con la reciente enmienda constitucional, que debilita el poder de veto parcial del Presidente de la República, se abrirá una peligrosa puerta de chantaje institucional entre el Gobierno y el Parlamento para la aprobación de las leyes. Sobre todo de las económicas, que son las que mayor desgaste político generan.

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Si cualquier presidente, en adelante, se siente agobiado por estas presiones solo podrá recurrir al veto total que posterga por un año reformas fundamentales. La enmienda aprobada con absoluta irresponsabilidad, solo funcionará si el bloque del gobierno logra tener, al menos, el 51% de las curules en el hemiciclo.

2.- Las reglas de juego para la campaña de Daniel Noboa. El CNE dijo no ser competente para pronunciarse sobre la consulta hecha por la Procuraduría, sobre la posibilidad de que el presidente Daniel Noboa no tenga que pedir licencia para hacer campaña por la reelección y así evitar el encargo del gobierno a la vicepresidenta Verónica Abad. En su intención de aplicar a dedo, y según los intereses circunstanciales, las normas constitucionales y legales, el país podrá caer en un desorden reglamentario mediante el cual todos los legisladores que busquen la reelección tampoco necesiten pedir licencia. En consecuencia, el uso de recursos públicos por parte de los dignatarios que buscan repetir período no solo abonará a la falta de transparencia, sino que creará profundas desigualdades frente a los candidatos que no tienen el acceso a la maquinaria estatal. Habremos retrocedido 20 años.

3.- El metro de Quito. Apenas lleva seis meses de servicio al usuario, luego de más de cuatro años de retrasos y postergaciones, y el sistema de transporte más moderno del país hace agua por todos lados. Aún no se ha firmado el contrato de mantenimiento de los trenes, algo esencial para su operación y por eso hay dos de ellos dañados. Ni siquiera ha sido posible cuidar la infraestructura del vandalismo que ya afectó otro tren a vista y paciencia de los técnicos y las autoridades. No solo eso, la Empresa del Metro tiene serios problemas financieros, incluso en su estructura administrativa. El déficit se acumula y la ciudad parece no entender la gravedad del tema. Se empieza ya a dar un uso político a esta realidad por parte de quienes incluso quieren desaparecer la Empresa del Metro. El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, parece no estar preocupado por todo este diagnóstico. La renuncia del gerente del Metro, Víctor Hugo Villacrés, no ha puesto al concejo capitalino a reflexionar y menos a exigir cuentas a su principal autoridad. ¿Querrán matar el metro por inanición o, lo que es peor, burocratizar su operación para que se convierta en otro sistema más de nuestro transporte mediocre?

*La inversión de 4.200 millones de dólares en el proyecto minero Cascabel. Es una cifra monumental que ayudará al Estado a equilibrar sus cuentas fiscales, así como para el desarrollo de las comunidades colindantes de Imbabura. Si no hay mayores contratiempos, la gran mina de cobre de Cascabel se convertirá en la principal inversión en un campo minero en la historia del país. En términos comparativos, esta inversión es como la del OCP que tanto ayudó al Ecuador a partir del duro año 2000, cuando entramos en la dolarización. https://www.ecuavisa.com/noticias/economia/ecuador-contrato-proyecto-minero-cascabel-imbabura-GH7449383
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