El cerebro inflamado: qué es y cómo el estrés lo puede provocar

La neuroinflamación es una respuesta del sistema inmunitario cerebral que, cuando se vuelve crónica, puede afectar la función cognitiva y emocional.
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06 ago 2025 , 14:40
Redacción

El término cerebro inflamado, o neuro inflamación, describe un estado de inflamación del tejido cerebral que, si bien es una respuesta natural del sistema inmunitario, puede volverse perjudicial cuando se prolonga en el tiempo. Investigaciones recientes han revelado que el estrés crónico es uno de los principales desencadenantes de este fenómeno, con un impacto significativo en la salud mental y el bienestar general.

La neuro inflamación es una respuesta de defensa del cerebro a amenazas como infecciones, lesiones o estrés. Normalmente, este proceso es beneficioso, ya que ayuda a eliminar patógenos y a reparar el tejido dañado. Sin embargo, cuando la amenaza persiste, como en el caso del estrés crónico, esta inflamación se mantiene activa de forma sostenida, convirtiéndose en un estado perjudicial para las células cerebrales.

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El estrés prolongado libera hormonas como el cortisol, que pueden activar el sistema inmunitario del cerebro, desencadenando la liberación de moléculas inflamatorias. Esta inflamación sostenida afecta la comunicación entre las neuronas, la plasticidad cerebral (la capacidad de adaptación del cerebro) y la función de las células, lo que contribuye a una variedad de problemas.

¿Cómo pueden manifestarse los efectos de esta inflamación?

  • Deterioro cognitivo: Dificultad para concentrarse, recordar información y tomar decisiones.
  • Problemas emocionales: Mayor riesgo de ansiedad, depresión y cambios de humor.
  • Alteraciones conductuales: Trastornos del sueño, cambios en el apetito e irritabilidad.
  • ¿Cómo reducir la inflamación?

  • Manejo del estrés: Practicar técnicas de relajación, meditación, hacer ejercicio regular y mantener una buena higiene del sueño son esenciales.
  • Dieta antiinflamatoria: Consumir una dieta rica en antioxidantes (frutas, verduras) y baja en alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas. Algunos suplementos como los ácidos grasos omega-3 y la curcumina también pueden ser beneficiosos, siempre bajo supervisión médica.
  • Apoyo profesional: En casos de problemas de salud mental asociados, la terapia psicológica (como la TCC) o el tratamiento farmacológico pueden ser necesarios para abordar los síntomas.
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