Día de los Difuntos en Ecuador | La carga emocional que implica trabajar de cerca con la muerte y las secuelas que deja en las familias
Este domingo 2 de noviembre de 2025 se conmemora, en Ecuador y el mundo, el Día de los Difuntos. Miles de familias visitan a sus seres queridos en los cementerios y oran en su memoria. Del otro lado se encuentran las historias de quienes trabajan en los servicios exequiales y afrontan toda la carga emocional que pesa sobre los familiares de los fallecidos.
¿Cómo se preparan para no decaer sentimentalmente cuando alguien muere? ¿Cuáles han sido las experiencias más dolorosas que han tenido durante sus extensas jornadas de trabajo? Léalo en el siguiente reportaje...
El niño tenía aproximadamente cinco años y lloraba junto a sus parientes por la muerte de su mamá en un siniestro de tránsito. En medio del llanto de toda la familia, tomó con fuerza las manos del panteonero del cementerio de El Batán, José Criollo, y le pidió que no siga arrojando tierra sobre el ataúd. "No le entierres a mi mamita, quiero que siga aquí conmigo y que no se vaya de mi lado", le dijo en voz alta.
Los familiares calmaron al chico. Criollo continuó con su trabajo y se le hizo un nudo en la garganta, le temblaban las manos. Era la primera vez que vivía una experiencia de ese tipo en los 25 años que se dedica a esa actividad. "El sufrimiento o muerte de los infantes es lo más difícil que nos toca afrontar y la carga sentimental es muy grande para nosotros en las labores que ejercemos".
Los empleados de funerarias y cementerios deben afrontar una intensa carga emocional, enfrentándose diariamente al dolor de los familiares y a la exposición constante a la muerte, lo que puede provocar estrés, desgaste, ansiedad, tristeza, desensibilización emocional, agotamiento y depresión, señala psicóloga Tania Bravo.
A su juicio, el personal operativo de las funerarias, embalsamadores, sepultureros, entre otros, viven con el prejuicio de que tienen frío el corazón porque se acostumbraron a laborar con personas fallecidas y las secuelas psicológicas que se generan en los familiares. También se habla de que carecen de empatía por el desempeño de sus actividades, dependiendo de cada funcionario.
Sin embargo, considera que eso no es cierto del todo porque, al contrario, los hace más empáticos en aceptar y escuchar, con paciencia, a la gente que atraviesa por momentos de dolor. Con este criterio coincide Fernanda Boada, directora de Comercialización y Servicios Funerarios de la Sociedad Funeraria Nacional. Cuando una familia pierde a un ser querido, lo primero que hace es identificar a la persona que está más calmada para asesorarle sobre los servicios que ofrecen a los usuarios.
El momento más difícil que atravesó, en su trabajo, fue la muerte de un niño, de cuatro años, que tenía cáncer. Fue muy doloroso porque estaban sus papás, abuelos y hermanos. Siempre mantuvieron la esperanza de que el chico podría vencer la enfermedad, pero no lo consiguió y falleció. "Lloraba toda la familia, sus amiguitos todos sus hermanitos, primos, todos".
Otro fue cuando una niña murió, en Cuenca, mientras pasaba las vacaciones en la casa de sus abuelos. Salió de la casa para ir a jugar al parque ubicado al frente y un vehículo la atropelló mientras cruzaba la calle. Era única hija y sus papás viven en Quito. Tuvieron que viajar al Azuay para hacer el traslado.
También es difícil cuando los allegados de las víctimas deben escoger el ataúd, cuyo costo varía entre USD 210 y 450 dólares. La funcionaria ha visto cómo, en varias ocasiones, la gente se desploma a llorar junto al cofre y lo abrazan. También lo hacen sobre el cristal y lo rompen.
Cuando comenzó en ese trabajo, al principio, no estaba acostumbrada a convivir casi a diario con las tragedias, pero con el tiempo ganó experiencia. "No es que una se endurece, sino que aprende a manejar las emociones", cuenta a Ecuavisa.com.
Considera que los servidores funerarios y exequiales no pueden endurecerse, sino que son más empáticos con los clientes y solo buscan dar un buen servicio, atención y apoyo. "Es importante mantener la distancia, pero a la vez ser cercanos y entender la situación por la que estás pasando".
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Momentos de tensión en las familias
Criollo afirma que ha vivido momentos complicados de todo tipo durante su trabajo. En una ocasión, entre familiares se reclamaban porque uno de ellos nunca visitó a la víctima cuando se encontraba en el hospital atravesando por la etapa más difícil de la enfermedad, o nunca dio dinero para comprar las medicinas.
Vladimir Rosero es administrador del cementerio de El Batán y también ha vivido de cerca la realidad. Cuenta que en una ocasión, cuando laboraba en el cementerio de San Diego, un señor llegó desde Estados Unidos para visitar la tumba de su padre, pero se encontró con la novedad de que sus hermanos no habían pagado las cuotas anuales, pese a que todos los meses enviaba USD 80 para que se encarguen del tema. Finalmente, los restos del progenitor fueron llevados al osario con los de otras personas.
El hombre se arrodilló frente a la pequeña capilla y lloró. Comenzó a orar e ingresó para pedir a Dios que cuide el alma de su padre. El funcionario lo dejó solo y solamente le alcanzó a escuchar que al menos sabe que los huesos de su padre descansan allí.
Con ese tipo de historias y momentos, los funcionarios de las funerarias y empresas exequiales tienen que vivir diariamente mientras desempeñan su trabajo.
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