Pastaza: Finca la Argentina, un laboratorio vivo de restauración ecológica en el Puyo

Hoy reúne bosques secundarios, esteros y estanques donde habitan 97 especies de aves, 127 de anfibios y plantas nativas.
Increíble diversidad de flora y fauna en la Finca La Argentina.()
21 nov 2025 , 14:06
Televistazo

Entre el crecimiento urbano que se expande al norte de Puyo, en Pastaza, resiste un fragmento de selva que se niega a desaparecer. Es la “Finca la Argentina”, un espacio de 20 hectáreas donde la vegetación volvió a cubrir lo que antes fue un campo de caña. Hoy, este bosque en recuperación es un ejemplo de conservación.

Desde 2007, la familia Vinueza Mesías decidió devolverle vida al terreno. Con un proceso de reforestación paciente, sembraron guarumos, colcas, pigües y más de xx especies de árboles nativos.

Con el crecimiento del bosque, las aves regresaron y el interés de biólogos y ornitólogos permitió levantar información que confirmó la presencia de 97 especies hasta 2024.

Oropéndolas, colibríes y tangaras acompañan el recorrido por un sendero de dos kilómetros que se adentra en el bosque entre esteros, potreros y estanques construidos por Patricio Vinueza, biólogo de profesión.

Él ha estudiado 127 especies de anfibios en este espacio, que representa el hogar del 18 % del total de anfibios registrados en ecuador.

Lea: El centro de rescate animal Coca Zoo en Orellana, un espacio clave para la conservación amazónica

El método de investigación consiste en recrear el hábitat de cada especie, recopilando datos directamente en su entorno natural.

“En otras especies más complicadas hemos tomado datos de temperatura, humedad, precipitaciones para poder comprender los procesos”.

Por eso existen nueve estanques que proporcionan las condiciones necesarias para su reproducción: agua para el desarrollo, refugio contra depredadores y fuente de alimento.

“Nosotros hemos seleccionado un tipo de anturios, muy común por aquí, como tienen la hoja ancha, aportan con la recolección del agua, ayudan a la creación de hábitat para ranas. Y los combinamos con bromelias y otras plantas con hojas que atrapan el agua”.

Cuando cae el sol, la oscuridad amplifica el croar de las ranas, que comienza al atardecer y se intensifica durante la noche. Entre los troncos aparece el “cutín de puyo”, una diminuta rana que lleva el nombre de la ciudad y se ha convertido en emblema científico de la zona. En medio del musgo, una hembra cuida los huevos gelatinosos y transparentes donde se distingue el movimiento de la vida en su interior.

Entre los estanques aparece la “ranita de sarayaku”, de color marrón con barras amarillas irregulares en el dorso. Mide entre 24 y 37 milímetros y deposita sus huevos a un metro sobre el agua para asegurar la supervivencia de sus crías. También se observa la phyllomedusa, una rana arborícola que se alimenta principalmente de insectos como mariposas y grillos nocturnos, muchos de ellos considerados plagas agrícolas o transmisores de enfermedades.

Le puede interesar: El Parque Nacional Machalilla es un paraíso entre bosques, playas vírgenes y vida marina en Manabí

Su especie más representativa es el Jambatu Amazónico, una rana amenazada por la pérdida de bosques, que aquí encuentra un lugar donde resistir. Así, esta propuesta ambiental demuestra que la regeneración ecológica también puede nacer desde un pequeño fragmento de tierra urbana.

TAG RELACIONADOS