La vegetación vuelve a cubrir lo que el fuego destruyó en el parque nacional el Cajas, en Azuay
El verde regresa lentamente en el parque nacional El Cajas desde el suelo hasta las ramas que ardieron. En zonas que hace 6 meses estaban cubiertas de troncos carbonizados, hoy brotan nuevas plantas.
En el área de Llaviuco, parroquia Yasausí, las Almohadillas de musgo brillante cubren el suelo como si intentaran curar las heridas. No solo retienen la humedad y previenen la erosión, también liberan nutrientes esenciales como el nitrógeno, vitales para que este suelo recupere su fertilidad.
De raíces calcinadas brotan tugshis, esa es una de las ventajas de El Cajas: la resiliencia está en su vegetación. Hay plantas resistentes que tras las quemas aprovechan la luz y humedad para regenerarse rápidamente.
Este proceso de transformación natural empezó tras los incendios de noviembre del año pasado, que consumieron 11 600 hectáreas en 19 días.
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En el bosque nublado, los musgos ya trepan por ramas que estuvieron quemadas. En los bordes, las bromelias retienen agua en sus hojas largas, sirviendo de refugio para insectos, y en arbustos andinos asoman flores.
En los alrededores de charimachay, las laderas se dividen entre troncos carbonizados y parches verdes en expansión. Los pajonales, el aguarrongo, los helechos, la achupalla y la valeriana empiezan a cubrir de nuevo el paisaje.
También la paja laurel, plantas vitales que alimentan más de 200 lagunas, además de los ríos Yanuncay y Tomebamba que nutren a las plantas potabilizadoras de El Cebollar y Sústag.
En esta recuperación no solo la vegetación responde. Se estima que en el sector de Chaucha, donde se habían censado más de 60 especies de aves, muchas ya han regresado. El monitoreo con cámaras trampa muestra colibríes, tángaras, zumbadores, y mamíferos como osos, pumas, venados, sarigüeyas y guantas.
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Desde febrero, un Comité de restauración, junto a empresas públicas, privadas y cuatro Universidades de Cuenca, evalúa los suelos y monitorea los sectores que se regeneran de forma natural.
Aunque no se ha sembrado aún de forma manual, el Cajas ya no huele a humo. Huele a humedad, a musgo fresco, a tierra que empieza a respirar de nuevo.