Los muros que separan tras la reunificación
La única periodista que vivió el momento de la apertura del muro cuenta su historia.
El 9 de noviembre de 1989 se plasmó el deseo de millones de alemanes y europeos que sentían que su existencia era incompleta por culpa de la presencia de un muro que los clasificaba, los limitaba e inclusive los separaba de sus seres queridos. Muchas fueron las vidas que se perdieron al intentar atravesar esta muralla que separaba a Alemania de Este a Oeste para así lograr huir de un régimen represor. Varias de estas historias fueron recogidas por una periodista española que, por coincidencias de la vida, fue la única persona que narró al mundo el momento exacto en el que se abrían las puertas del “muro de la vergüenza” como se lo conocía del lado occidental.
Rosa María Artal, trabajaba para la televisión pública española y narró con lujo de detalles cómo la gente empezaba a cruzar en los dos sentidos a través del puente Bornholmer. Hasta allí llegó acompañada de su camarógrafo y del embajador español en la República Democrática Alemana (RDA). Artal había llegado un día antes a Berlín del Este para cubrir las manifestaciones de la población que estaban convulsionando el ambiente político, actos que no eran “normales” en el régimen comunista. Sin duda alguna este día marcó su vida personal y profesional.
Fue un impacto imborrable. A veces el periodismo te hace ser testigo de la Historia, y en esta ocasión fue de uno de los hechos cruciales del siglo XX que ha tenido una honda repercusión posterior.
Profesionalmente, se me asocia a ese momento, sí. Sin más. La trayectoria de cualquier periodista está hecha de grandes y pequeños acontecimientos que inciden en la vida de sus conciudadanos.
Quizás solo por estar en el lugar oportuno en el momento oportuno. En primer lugar porque decidí residir en el Este para captar mejor todo lo que pasaba. Había una gran convulsión en la zona. El agitado día nos llevó a hacer una pausa en la residencia del embajador español en el RDA para comentar los hechos relevantes de las últimas horas. Me había facilitado algunos contactos, porque tardaron en darnos el visado en Madrid. Llegamos todo el equipo de Informe Semana –cámara, sonido, realizador y yo- justo la víspera, el 8 de noviembre. Luego esa jornada trepidante y la duda de qué estaba ocurriendo realmente. El puente de Bornholmer era el paso más cercano. Y fue donde se abrió. Poco después de encender los focos de la cámara y comenzar a hacer entrevistas a unos pocos de las no más de 50 personas que se habían congregado. Primero el guardia de la puerta dijo que nos fuéramos y, como no le hicimos caso, al cabo de un rato abrió la puerta.
Los germanorientales que estaban allí se emocionaron de una forma tan honda que fue contagioso. Pensar que se estaba abriendo allí mismo un muro que había separado dos mundos y que había causado víctimas mortales era muy impresionante. Pasar los primeros en coche. Llegar al otro lado, con los alemanes del oeste con tal alegría. Muy bonito. Luego se vio que la reunificación real fue más costosa, y aún hoy persisten diferencias. Me cuentan de sueldos, de acceso a puestos de trabajo, más de la mitad en el Este se sienten ciudadanos de segunda, pero el Oeste invirtió mucho dinero en intentar allanar los desequilibrios y también pesa en el otro lado. Sin embargo es ejemplar cómo Berlín ha ido limando las cicatrices de las heridas y creo que es una capital distinta, una ciudad por sí misma y con un saber vivir edificante.
En la propia Alemania ya le digo. Pero en el mundo desde luego también. Justo acabamos de publicar un libro colectivo, que puse en marcha y coordiné para resaltar que aquel día cayó el muro y con él muchas otras cosas. El capitalismo sin freno causó muchos estragos pero también hay una serie de puentes que se han abierto.
El principal , el del miedo entre los muros mentales que levantan los otros, los físicos. Hay un capítulo precioso que cierra el libro que habla hasta de las murallas de los poetas. Me fascina uno de Kafavis: No escuchamos trabajar a los obreros ni oímos sus voces y silenciosamente nos tapiaron el mundo.
Y así fueron levantado muchos otros muros. Para detener la pobreza; en Europa hay uno terrible, que es de agua y se traga a los refugiados, el mar Mediterráneo; y están los muros de la intolerancia, de la injusticia aceptada, del silencio; y los que impiden ver lo que pasa.
Derribar los muros, desde el muro de Berlín demolido, contra los nuevos muros levantados, es el libro coordinado por Rosa María Artal de Roca Editorial en el que participan destacados intelectuales españoles para analizar desde diversas ópticas lo que significó en su momento el muro de Berlín y el aprendizaje que ha significado para las actuales sociedades que siguen enfrentando distintos obstáculos a nivel individual y colectivo, tema que no ha dejado de estar vigente tal como lo reconoce la investigadora Elisabeth Vallet, de la Universidad de Quebec, quien afirma que en la actualidad existen 70 muros como el que impulsa el presidente estadounidense Donald Trump contra doce que coexistían en la época del muro de Berlín.