¿Tus videojuegos no son realmente tuyos?
La propiedad de tus videojuegos, incluso de las copias físicas, está en riesgo. La iniciativa europea Stop Killing Games, que busca obligar a las desarrolladoras y editoras a ofrecer opciones offline para los juegos como servicio una vez que cese su soporte, ha llevado a muchos usuarios a leer con detenimiento los Acuerdos de Licencia de Usuario Final (EULA) de sus videojuegos. Muchos se han llevado una sorpresa al descubrir que muchos títulos incluyen cláusulas que exigen al propietario destruir sus videojuegos físicos si rompe el contrato.
El pasado 3 de julio, Stop Killing Games alcanzó el millón de firmas verificadas, evidenciando un creciente interés de la comunidad por la sostenibilidad de los videojuegos. En este contexto, la revisión de los EULA, esos extensos documentos que casi nadie lee pero todos aceptan, ha revelado prácticas contractuales controvertidas.
Un EULA es, esencialmente, un contrato diseñado para proteger a las compañías de cualquier escenario legal, a menudo priorizando sus intereses por encima de los del consumidor. Si bien es comprensible que se prohíba la copia o distribución no autorizada del software, algunas cláusulas van mucho más allá. Empresas como Ubisoft, Rockstar o Sega han estado utilizando durante años una cláusula que establece que, si cualquiera de las partes (usuario o empresa) decide rescindir el contrato, el propietario del videojuego debe destruir cualquier copia que posea del mismo, ya sea física o digital.
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Esta situación plantea serias dudas sobre hasta qué punto los jugadores son realmente dueños de los juegos que compran. La exigencia de destruir una copia física de un videojuego cruza los límites, ya que interfiere directamente con el derecho de propiedad del consumidor
Este descubrimiento ha generado una gran indignación entre los jugadores, quienes consideran estas cláusulas como abusivas. En la Unión Europea, la legislación es más estricta en la protección de los consumidores que en otras regiones, como Norteamérica. Por ejemplo, mientras que en EE. UU. Nintendo puede legalmente inutilizar una consola Switch pirateada, en la UE solo se puede limitar el acceso remoto al contenido no autorizado.
Cuando un usuario compra un juego en disco, cartucho o digital, lo que realmente adquiere es una licencia de uso del software, junto con la propiedad plena del soporte físico, pero no la del contenido ni de sus derechos intelectuales. Sin embargo, que las compañías pretendan que los usuarios destruyan sus copias físicas por no estar de acuerdo con sus términos y condiciones es una medida extrema y poco razonable.
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