Yunda y Pabel arrancan de la peor manera

El alcalde Pabel Muñoz (izq.) y el exalcalde Jorge Yunda (der.).()
29 oct 2025 , 19:21
Carlos Rojas

Pese a que falta un montón de tiempo, alguien les habrá dicho que ya es hora de proyectarse como potenciales candidatos a la Alcaldía de Quito para 2027. Pero en lugar de hacerlo con propuestas o trazando una visión moderna de la ciudad, han optado por lo que mejor saben hacer en redes sociales: agredirse.

Pésimo arranque. La ciudad no merece los desaguisados de quienes han comandado y comandan Quito con indicadores bastante flojos, por cierto. Si buscan recuperar la confianza ciudadana, al menos, eleven el debate.

Más allá de preguntarse quién lanzó la primera piedra, es censurable que Muñoz trate a Yunda de “mediocre” y “oportunista”. Y este diga que el Alcalde en funciones es un “planificador inepto”, “perverso” y “mala persona”. Lo de fondo es el cálculo político con el que se insertan en la conversación digital, aprovechando el aparente buen momento que los cobija.

Yunda sorteó los juicios en su contra por el caso pruebas PCR y Muñoz se libró de la revocatoria de su mandato porque el proceso de Néstor Marroquín resultó toda una estafa. Ambos están convencidos de que han recuperado legitimidad para así entrar en una lid anticipada.

Por cierto, es altamente probable que cualquier de los dos repita la Alcaldía, tomando en cuenta que, en una ciudad tan fraccionada políticamente, sus votaciones marginales sean suficientes para ganar por una nariz.

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Yunda llegó a la Alcaldía con el 21,4% en 2019, y Muñoz, con el 25,2% en 2023. Votaciones que ni de lejos se comparan con las obtenidas por Mauricio Rodas (58,6% en 2014); Paco Moncayo (55% en 2004 y 59,7% en 2000); y, Jamil Mahuad (59% en 1996 y 50% en 1992).

En ese sentido, es de esperar que Yunda deje de alegar persecución por todo lo que le ocurrió en su tormentosa alcaldía, en la que cometió muchísimos errores que debería reconocerlos y, más bien, se enfoque en temas propositivos. El mismo consejo aplica para Muñoz, quien aún debe explicar a la gente por qué muchas de sus propuestas de campaña no se han cumplido, quedando tareas pendientes como la reestructuración del transporte público o el embellecimiento de la ciudad.

Quito debe cerrar este ciclo de divisiones y fraccionamientos que, paradójicamente, ocasionó múltiples fracasos colectivos. La disputa por la ciudad no es más que una desagradable pelea, donde uno está afanadísimo en aliarse con el presidente Daniel Noboa y el otro persiste en que el Municipio sea el centro de operaciones políticas de la Revolución Ciudadana.

Los intereses de Quito van más allá de cálculos partidistas y, por supuesto, de un partido de vóley.

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