Ecuatorianos tramposos en Argentina, ¡inaceptable!

04 ago 2025 , 16:28
Carlos Rojas

No hay un solo argumento que justifique la conducta de nueve médicos ecuatorianos que, según las primeras investigaciones, compraron los resultados de un examen académico para acceder a una plaza como residentes en hospitales de Argentina. Pero sí hay un montón de reflexiones sobre las cuales la sociedad ecuatoriana, en su conjunto, debe conversar.

Haber pagado hasta tres mil dólares por los resultados de esa prueba o, como ha circulado en un vídeo por redes sociales, usar gafas con alta capacidad de escaneo de imágenes para que alguien resuelva las preguntas de ese examen nacional es motivo de vergüenza nacional.

Hasta que no terminen las pesquisas y no se haga una denuncia formal, no cabe revelar los nombres de estos médicos tramposos ni espetar a la Universidad Técnica de Manabí el mayor peso de ese bochorno, por haber graduado a profesionales indelicados.

Lo que cabe, por ahora, es dimensionar la gravedad del caso.

1.- Hay profesionales ecuatorianos a los que poco preocupa su deshonestidad intelectual, pues plagiar un examen es mentir sobre las capacidades y la preparación de una misma persona. Es decir, engañarse y engañar al mundo. Actitudes como estas no son dignas de ningún profesional.

2.- Mentir sobre los conocimientos en medicina es acto peligroso porque al maquillar las limitaciones y falencias de un médico es exponer la vida de sus pacientes, algo inaceptable desde todo punto de vista.

3.- Conducta de personas corruptas. La imagen que nueve médicos ecuatorianos muestran en Argentina es la de una sociedad carcomida por la coima, el soborno y la trampa. Ingredientes esenciales en la profunda descomposición que soporta el Ecuador. De las redes fraudulentas para plagiar un examen académico a caer en otro tipo de delitos solo hay un paso y un poco de tiempo.

4.- Poco amor por el país. Adulterar un examen en una universidad y en un país ajeno demuestra la baja autoestima de los ecuatorianos y su imposibilidad de luchar a lo bien en una competencia donde colegas de distintas naciones tienen la obligación de sacar a relucir lo bueno de sus hogares y de su tierra. Detrás de estos nueve médicos pícaros hay 1.036 compatriotas que actuaron de forma honesta.

Más allá de que la Embajada en Argentina pida a los sistemas educativos y de salud de ese país no desatar actos de xenofobia, algo que es correcto, la lección debe quedar clara para todos los estamentos de la sociedad ecuatoriana. En los hogares, escuelas, universidades y puestos de trabajo se forja la decencia de las personas de bien, aquellas que a la vuelta de la esquina evitarán, por ejemplo, que la corrupción y la delincuencia avancen a pasos agigantados, como hoy ocurre.

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