El sorteo que vuelve a poner a soñar a todo un país
Este viernes 5 de diciembre no es un día cualquiera para el fútbol ecuatoriano. En Washington, la FIFA definirá los grupos del Mundial 2026 y, con ello, los tres rivales que marcarán el destino inmediato de la selección de Ecuador.
Un sorteo más, sí, pero también una nueva oportunidad para volver a creer, para ajustar cuentas con la historia y para medir, otra vez, hasta dónde puede llegar esta generación.
El formato ya es, de por sí, un golpe de realidad: 48 selecciones, 12 grupos, una ronda inédita de dieciseisavos y 104 partidos en total. El Mundial de la FIFA más grande de todos los tiempos. Y ahí estará Ecuador, por quinta vez, sentado en la mesa de los grandes, esperando que las bolillas no solo definan rivales, sino también ilusiones.
La Tri tiene una relación intensa —y a veces ingrata— con la fase de grupos. De cuatro participaciones, solo una vez logró romper esa barrera: Alemania 2006. Aquella selección que enamoró al país, que no pidió permiso, que venció a Polonia, goleó a Costa Rica y se metió entre los 16 mejores del mundo. Desde entonces, cada Mundial ha sido una montaña rusa de emoción, esperanza... y frustración.
En Japón Corea 2002 fue el estreno, con la satisfacción histórica del primer gol de Agustín Delgado, pero también con la temprana despedida. En Brasil 2014, la ilusión se apagó con un empate sin goles ante Francia que sabía a eliminación.
En Qatar 2022, tras un inicio prometedor ante el anfitrión, Ecuador volvió a quedarse en la orilla, eliminado por detalles, por errores propios, por ese fino margen que separa a los equipos que trascienden de los que solo compiten.
Por eso este sorteo no es un simple trámite. Es, quizás, el primer gran examen emocional del ciclo mundialista. Todos miraremos los bombos con calculadora en mano: que no toque el gigante europeo, que evitemos al campeón del mundo, que el grupo sea “accesible”.
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Pero la verdad incómoda es otra: en los Mundiales no hay rivales fáciles, solo selecciones que saben competir bajo presión. Y eso, justamente eso, es lo que a Ecuador todavía le falta consolidar.
La generación actual tiene talento de sobra. Tiene nombres que compiten semana a semana en las mejores ligas del mundo. Tiene velocidad, despliegue, intensidad. Pero también arrastra deudas pendientes con la falta de eficacia en ataque.
El sorteo no definirá si Ecuador está listo para dar el salto, pero sí mostrará qué tan alto es el primer muro que deberá escalar.
Este viernes no solo se sortean grupos. Se reparten expectativas. Y quizá, solo quizá, este sea el Mundial donde la fase de grupos deje de ser un techo y pase a ser apenas el punto de partida.