La Tri aprueba un examen sencillo y gana algo de aire

Ganar siempre da confianza, aunque el examen haya sido de nivel básico. Lo importante es que, por fin, Ecuador encendió el marcador. Ahora falta encender el funcionamiento.
Nilson Angulo encarriló la victoria de Ecuador ante Nueva Zelanda en el último amistoso del año.()
19 nov 2025 , 13:23
Marco Carrasco

Ecuador volvió a gritar gol. Dos, para ser exactos. Y eso, por más que haya sido ante una Nueva Zelanda limitada y distante del nivel que exige una Copa del Mundo, vale oro en medio de una sequía ofensiva que ya empezaba a incomodar hasta a los más pacientes.

La Tricolor ganó 2-0 en Estados Unidos y, aunque no despeja todas las dudas, al menos respira. Y en este momento, respirar ya es un pequeño triunfo.

Durante meses, el discurso ha sido el mismo: “generamos, pero no concretamos”. Frente a los Kiwis, esa frase dejó de ser excusa y se convirtió en realidad. Nilson Angulo rompió el maleficio tras una gran combinación de Plata y Yeboah, y Leonardo Campana aprovechó un rebote para firmar su primer tanto con la Selección.

Sí, los goles llegaron tarde y contra un adversario frágil... pero llegaron. Y cuando un equipo arrastra tanta ansiedad, cualquier chispa de eficacia empieza a recomponer el ánimo.

No es un misterio que Sebastián Beccacece venía caminando sobre hielo delgado. La falta de goles, los empates interminables y la sensación de que Ecuador jugaba con el freno de mano puesto habían hecho ruido. Mucho ruido. El 2-0 ante Nueva Zelanda no va a cambiar la discusión de fondo, pero sí le permite al entrenador tomar aire. No mejora la evaluación final, pero evita que la calificación baje aún más.

El abrazo colectivo que recibió al final del partido fue un mensaje: el grupo todavía está con él. Eso importa. En procesos turbulentos, perder el camerino es la sentencia definitiva.

Por ahora, el vestuario sigue alineado, y figuras como Gonzalo Plata —protagonista con dos asistencias y en plena búsqueda de reivindicación personal— lo confirmaron. El extremo habló de apoyo, autoridad y respeto. Palabras mayores cuando se dicen públicamente.

Pero tampoco nos engañemos. Nueva Zelanda no fue un examen de nivel; fue un sparring amable. El rival dio libertades, equivocó salidas y no exigió gran cosa, más allá de un par de aproximaciones aisladas.

Sirvió, eso sí, para ver a Ecuador soltarse un poco más en ataque, especialmente con Angulo, que mostró atrevimiento, y con Plata, que volvió a involucrarse en la creación de jugadas profundas.

La Selección necesitaba este partido menos para medir su fortaleza y más para recuperar sensaciones. Para recordar cómo se siente ganar, cómo se siente marcar. Para que un delantero haga un gol y deje de cargar fantasmas. Para que Beccacece pueda preparar la próxima ventana sin tener que mirar por encima del hombro cada minuto.

¿Alcanza? Todavía no. Pero ayuda. Y en este punto, ayuda bastante.

El reto sigue siendo el mismo: convertir ante rivales que no regalan metros, que no se caen en las salidas, que no viven al borde del error. Si Ecuador quiere competir en Norteamérica 2026 con seriedad, necesita goles así... y también los difíciles. Sin eso, el oxígeno de hoy volverá a escasear.

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