La Copa Ecuador necesita un cambio profundo

La desorganización y falta de claridad sobre el cupo a la Libertadores han convertido a la Copa Ecuador en un torneo lleno de dudas.
Byron Palacios, delantero de U. Católica, marcado por Richard Schunke, de Independiente del Valle.()
14 oct 2025 , 14:02
Marco Carrasco

La Copa Ecuador debería ser una celebración del fútbol nacional, una competencia que una a todas las categorías y premie el mérito deportivo. Sin embargo, lo que se vive hoy es exactamente lo contrario: un torneo mal planificado, con vacíos reglamentarios, improvisación en su calendario y una falta alarmante de claridad sobre su premio mayor, el cupo a la Copa Libertadores 2026.

El problema no es nuevo, pero sí cada vez más evidente. Los clubes participantes —de Serie A, Serie B y Segunda Categoría— compiten sin tener certezas sobre lo que realmente está en juego.

La Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), organizadora del certamen, aún no ha explicado de manera oficial qué ocurrirá en caso de que equipos finalistas o semifinalistas ya tengan asegurada una plaza internacional por su desempeño en la LigaPro.

La carta enviada por Emelec, Deportivo Cuenca, Guayaquil City y 9 de Octubre a Selim Doumet, presidente de la Comisión de Competiciones de la FEF, refleja una preocupación colectiva: la falta de reglas claras y la desorganización institucional. No se trata solo de transparencia administrativa, sino de respeto al esfuerzo deportivo de los clubes.

El desconcierto también alcanza a los técnicos y jugadores. Diego Martínez, entrenador de Universidad Católica, fue uno de los que alzó la voz tras la sorpresiva victoria de su equipo 2-1 ante Independiente del Valle, que le dio el pase a semifinales.

El entrenador se mostró inconforme con la programación del partido en plena fecha FIFA, cuando ambos equipos tenían bajas por convocatorias y lesiones. “Nos gustaría competir al 100%, con las plantillas completas”, reclamó con razón.

El torneo, en teoría, busca “integrar” el fútbol ecuatoriano; en la práctica, se juega en fechas inadecuadas, con poco criterio competitivo y sin una comunicación sólida desde la organización. No se puede hablar de desarrollo si no se respetan los tiempos de los clubes ni se definen las reglas con anticipación.

Universidad Católica, Cuenca Juniors, 9 de Octubre y los demás sobrevivientes del torneo merecen saber exactamente a qué aspiran. No es justo que avancen sin entender si el título realmente los llevará a la Libertadores o si dependerá de interpretaciones burocráticas de última hora.

La Copa Ecuador necesita un cambio profundo: planificación, reglamentación pública, calendarios definidos y un compromiso real con el profesionalismo. De lo contrario, seguirá siendo una competencia interesante solo por los resultados sorpresivos —como el triunfo del “Trencito Azul” sobre Independiente—, pero vacía en su fondo, sin credibilidad ni valor deportivo real.

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