Ecuador sube en el ranking, pero necesita goles
La FIFA actualizó el ranking y la selección de Ecuador dio un paso adelante: ahora ocupa el puesto 24 y sueña con meterse en el bombo 2 para el sorteo del Mundial 2026.
El triunfo 1-0 sobre Argentina, con gol de Enner Valencia, permitió este salto que, en teoría, podría darle a la Tri una ventaja estratégica en la conformación de los grupos.
Hasta aquí, todo bien. La noticia suena positiva y genera ilusión. Sin embargo, conviene aterrizar el entusiasmo: de nada sirve estar en el bombo 2 si Ecuador sigue arrastrando el mismo problema de siempre, la falta de gol y la poca producción ofensiva.
El entrenador Sebastián Beccacece tiene una deuda pendiente que no se resuelve con posiciones en un ranking. Para ganar partidos en el Mundial, hay que hacer goles; y para hacer goles, hay que atacar. Este es el déficit estructural de la Tri, que parece más cómoda defendiendo bien que buscando lastimar al rival.
En los próximos amistosos de octubre y noviembre contra Estados Unidos, México, Canadá y Nueva Zelanda, no solo se definirán los puntos que pueden asegurar la ubicación en el bombo 2 del sorteo del Mundial, que será en diciembre, sino que también se pondrá a prueba si Ecuador es capaz de mostrar una evolución ofensiva.
No basta con especular con el sorteo del Mundial 2026: la prioridad debe ser construir un equipo que sepa competir contra cualquiera, sin importar el grupo que le toque.
El Mundial 2026 tendrá 48 selecciones, doce cabezas de serie y una fase de grupos diseñada para evitar choques prematuros entre potencias. Pero si Ecuador mantiene su anemia ofensiva, de poco servirá haber “evitado” rivales fuertes: la eliminación puede llegar igual, y mucho más temprano de lo esperado.
En conclusión, bienvenido sea el avance en el ranking, pero es momento de ser claros: la Tri necesita goles, necesita atrevimiento y necesita un plan ofensivo real.
Beccacece tiene el tiempo justo y las pruebas adecuadas para que la Tri afine su ofensiva antes de que la suerte del sorteo nos muestre, una vez más, que no es cuestión de rivales, sino de cómo jugamos.