13 sep 2012 , 01:37

Édison Cosíos cumple un año en estado vegetativo sin haber culpables

La familia Cosíos ha pasado el peor año de su vida, luego de que a su hijo menor, Édison, presuntamente un policía lo hirió con una bomba lacrimógena en la cabeza dentro del colegio Mejía.

La familia Cosíos ha pasado el peor año de su vida, luego de que a su hijo menor, Édison, presuntamente un policía lo hirió con una bomba lacrimógena en la cabeza dentro del colegio Mejía.

Ellos viven en su propia casa, donde el Gobierno les adecuó una área especial para el cuidado de su hijo, quien se encuentra en estado vegetativo y no da señales de recuperación.

Édison a más del cuidado que recibe de su madre tiene el apoyo de enfermeras las 24 horas. Lo alimentan por una vía. Doña Vilma le habla, ella encarna el verdadero amor de una madre capaz de resistir por cualquier tiempo una prueba tan dura como el tener que ver a su hijo así.

Hace un año les ofrecieron todo. Don Manuel Cosíos dice que al principio les cumplieron, pero hoy les empieza a faltar el medicamento para Édison.

Pero para ellos hay algo más importante que aún no se ha hecho, justicia.

El ex oficial de policía, Hernán Salazar, fue llamado a juicio por el juez Cuarto de lo Penal, Vicente Altamirano, quien considero que hay pruebas que demostrarían que fue el quien disparo contra el joven estudiante.

Pero la defensa presentó nulidades a esa decisión primero ante la Corte Provincial de Justicia y le fue negada. Otro recurso de nulidad fue elevado a la Corte Constitucional y el caso se encuentra estancado. El fiscal Henry Estrada, quien hizo todas las pericias, ya no lleva el caso.

Y así Vilma Pineda y Manuel Cosíos no ven el día en que alguien se haga responsable de la vida de su hijo.

La familia lamenta que la construcción que hizo el Ministerio de Vivienda no reúna las condiciones que garanticen un estado sanitario adecuado, donde la humedad puede ser el foco de la actual infección que padece su hijo.

Las instalaciones eléctricas han sido modificadas porque las que dejaron hechas no sirvieron. Estuvieron a punto de incendiarse aseguran. Han querido hacer los reclamos, pero ahora dicen ya nadie  los escucha.

Se sienten abandonados y acompañan en el sufrimiento a su hijo Édison quien el 30 de junio cumplió 18 años.

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