11 mar 2014 , 11:22

Michelle Bachelet es investida como presidenta de Chile

La mandataria recibió la banda presidencial de manos de Isabel Allende, presidenta del Congreso.

Michelle Bachelet, la primera mujer que es reelegida presidenta de Chile, asumió hoy el poder para iniciar un nuevo Gobierno cargado de promesas para realizar profundos cambios sociales y políticos, en un país que ha cambiado notoriamente desde su primer mandato.

 

Bachelet, quien ostentó este cargo entre 2006 y 2010, recibió -en una ceremonia celebrada en la sede del Congreso chileno, en el puerto de Valparaíso- la banda presidencial de manos de Isabel Allende, hija del fallecido presidente Salvador Allende y primera mujer en ocupar ese cargo, otro signo de los nuevos tiempos que corren en Chile.

 

"Sí, prometo", respondió Bachelet cuando Allende le tomó el juramento de rigor, en medio de aplausos de los asistentes a la ceremonia, en el salón de honor del Parlamento chileno.

 

De acuerdo a la tradición, el ahora expresidente Sebastián Piñera colocó a la banda presidencial de Bachelet la piocha de O'Higgins, una estrella de cinco puntas que es una réplica de la original, que se perdió durante el bombardeo al Palacio de La Moneda el 11 de septiembre de 1973.

 

La interpretación del Himno Nacional chileno, con Bachelet visiblemente emocionada, selló la investidura de la nueva mandataria.

 

Piñera abandonó el salón en medio de una ovación cerrada de los presentes, entre los que se encontraban más de una veintena de jefes de Estado y de Gobierno.

 

Una vez fuera del Congreso, y rompiendo el protocolo, Piñera se subió al volante de un automóvil y abandonó el recinto con su esposa, Cecilia Morel, como copiloto.

 

En el salón de honor del Parlamento, Bachelet tomó el juramento a su nuevo gabinete de ministros, formado por 14 hombres y 9 mujeres y abandonó la sala en media de aplausos.

 

La mandataria saludó personalmente a algunos de los asistentes, como los expresidentes chilenos Patricio Aylwin (1990-1994), Eduardo Frei (1994-2000) y Ricardo Lagos (2000-2006) y a los gobernantes extranjeros que asistieron a la ceremonia.

 

Estaban los presidentes de Argentina, Cristina Fernández; Ecuador, Rafael Correa; Paraguay, Horacio Cartes; Uruguay, Jose Mujica; México, Enrique Peña Nieto; Brasil, Dilma Rousseff; Colombia, Juan Manuel Santos; y Perú, Ollanta Humala, así como el heredero de la Corona española, el príncipe Felipe de Borbón. 

 

Panorama para la mandataria

Pero lo que le espera a la presidenta no se perfila para nada fácil. Su Gobierno partirá con una economía en clara desaceleración y donde difícilmente se mantendrán las altas tasas de empleo alcanzadas durante la Administración de su antecesor, el derechista Sebastián Piñera. Ello, combinado con altas expectativas sociales que, en parte, fueron alimentadas por la propia Bachelet en su campaña, pero que venían desde mucho antes y que se manifestaron ruidosamente en las calles en 2011, cuando los estudiantes levantaron sus exigencias de una educación gratuita y de calidad.

 

La exdirectora de ONU Mujeres también ha cambiado. Ahora sonríe menos, guarda más silencios y permanece rodeada de un estrecho "circulo de hierro", que está atento a cualquier acceso que alguien desee tener a ella.

 

"Siempre he sido madura y seria, pero sigo siendo súper alegre", reconoce la candidata.

 

Aunque su aura haya mutado, no es timidez o inseguridad precisamente lo que irradia. Por el contrario, la nueva Michelle se muestra más decidida a impulsar grandes cambios en un país menos tolerante con la desigualdad.

 

Con un programa que despertó severas críticas de la derecha gobernante, Bachelet quiere reemplazar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, garantizar la educación gratuita y de calidad y subir los impuestos a las empresas de un 20 a 25 %.

 

La propia presidenta ha reconocido que su proyecto es ambicioso, pero tiene a su favor una gran popularidad y los buenos resultados que la Nueva Mayoría obtuvo en las últimas parlamentarias, que le dan mayoría en ambas Cámaras del Congreso.

 

Bachelet, en todo caso, tiene experiencia en enfrentar escenarios cuesta arriba.

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